Alonso Alonso, Ramón
Párroco de La Almancha
Desde el momento de iniciarse la persecución religiosa fue perseguido, pero, como era tan querido por sus feligreses, los milicianos, incluso del pueblo, tuvieron que recurrir al engaño para no ser objeto de protestas al matarlo. No quiso esconderse ni quitarse la sotana.
El día 4 de agosto de 1936, unos milicianos le dijeron que lo acompañaban a Cuenca, donde tenía que declarar y que allí lo defenderían. Le hicieron montar en un coche. Pronto adivinó las intenciones de aquellos hombres que resultaron ir armados y con sus palabras demostraban un gran odio a los sacerdotes, porque comenzaron a maltratarlo de palabra y obra.
No habían recorrido más de cuatro kilómetros, cuando pararon el coche, le hicieron bajar, y sin más, comenzaron a disparar contra él. Don Ramón quedó mal herido y abandonado, con vida, en la noche. Arrastrándose pudo acercarse a una acequia, donde pudo beber agua con lo que quedó confortado. Un pastor lo encontró y avisó a sus familiares que lo recogieron y lo trasladaron a Olivares del Júcar, donde el médico y algunos vecinos lo acogieron y atendieron muy bien. Pidió que no tomaran represalias contra sus asesinos a los que perdonó. Ante su gravedad, fue trasladado al hospital de Tarancón, donde murió a las siete de la tarde del día 5 de agosto de 1936.
Fue asesinado sólo por ser sacerdote y por odio a la fe de Cristo, el pueblo de Dios lo considera mártir.




