Sánchez Carrillo, Juan
Párroco de Belmontejo
El Siervo de Dios realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario conciliar de San Julián en Cuenca, durante los cursos 1882-1898. Fue ordenado presbítero el 17 de diciembre de 1897, por el Obispo de Cuenca, Monseñor Pelayo González Conde.
Tras su ordenación, fue destinado a Villar de la Encina. Después desarrolló la misión sacerdotal en los siguientes lugares: en el año 1902 Fresneda de Altarejos; en 1903 fue nombrado ecónomo de Albaladejo del Cuende y después coadjutor en Montiel, Guadalajara; en 1908 Chillaron de Rey y Montiel, en 1909 fue nombrado párroco de Abia de Obispalía, y en 1920 párroco de Belmontejo. Se caracterizó por ser un sacerdote celoso y obediente, trabajador y fiel cumplidor de su deber. Siempre estuvo con los feligreses que, en cada momento, tenía a su cargo. La persecución religiosa comenzó a ser muy virulenta en Belmontejo donde el Siervo de Dios se encontraba de sacerdote. Fue perseguido cruelmente y ultrajado sin piedad, superando todo dolor moral y físico con gran entereza, dando ejemplo y testificando su fe católica, como sacerdote fiel y valiente. El 5 de agosto de 1936, las autoridades de Belmontejo le aconsejaron que se marchara porque su vida corría peligro y fue acompañado por unos vecinos hasta su pueblo natal, Cervera del Llano. Al despedirse dijo a Ricarda, su ama de llaves: “Aunque sepáis quiénes son los que me van a matar, no los denunciéis, que Dios no perdona a los que no perdonan”.
El 25 de septiembre de 1936, estando escondido en casa de unos familiares, fue detenido por unos vecinos y entregado a unas milicias de Cuenca. Fue trasladado en un camión hasta San Lorenzo de la Parrilla, siendo cruelmente maltratado y después de disparar varias veces contra él, profanaron su cadáver convirtiendo el macabro espectáculo en un acto de burla y diversión. Murió con ejemplar entereza, perdonando a sus asesinos y, alabando a Dios y diciendo ¡Viva Cristo Rey!, cayó al suelo muerto por las balas.
Lo enterraron en el cementerio de Belmontejo (Cuenca). Tenía 62 años de edad cuando fue asesinado, por ser sacerdote y por odio a la fe católica.




