Navarro Zapata, Agustín
Párroco de Henarejos
Desde antes de terminar los estudios fue profesor de latín en el Seminario, desde el curso 1901/1902. En el Seminario fue muy querido por el rector y los superiores. Sus compañeros le distinguían por su aplicación y comportamiento. En el año 1909, recibió el nombramiento de párroco de Henarejos, y en este pueblo permaneció, sin otros destinos, cercano a su pueblo natal, Fuentelespino de Moya, del cual dista unos pocos kilómetros. Así en Henarejos pasó la mayor parte de su vida, dedicado a su labor pastoral. Cuando comenzó la persecución religiosa, este anciano sacerdote se vio obligado a huir por los montes, hasta su pueblo natal. Allí su hermano Secundino lo refugió en un pajar la primera noche. Luego se fue por el campo y se escondió donde pudo. Los familiares le llevaban comida, con riesgo también para ellos. Un día, del mes de agosto del 36, un familiar suyo, que tenía colmenas, fue con otros a sacar la miel y le dijeron a don Agustín que si se quería ir con ellos a comer. Entonces unos pastores de Santo Domingo de Moya lo vieron, lo reconocieron y lo denunciaron. Vinieron los de ese pueblo y se lo llevaron al día siguiente.
Lo condujeron, entre insultos y malos tratos, a Santo Domingo, donde fue encarcelado en el Ayuntamiento y en la Iglesia Parroquial. Le hicieron sufrir enormemente, obligándole a trabajar mucho, cuando por su edad, enfermo y hambriento, carecía de fuerzas. Varios días le obligaron a subir maderos a un piso de una casa en construcción, hasta que, extenuado y sin fuerzas, dijo a los que le maltrataban: “Haced conmigo lo que queráis, no puedo más…”.
Entonces los milicianos le dijeron que se lo llevaban a Ademuz. Por el camino lo sometieron a malos tratos físicos y morales, se mofaron de él y, cuando se había recuperado un poco, lo asesinaron en el rento llamado Benarruel. Murió dando testimonio de su fe católica y lo asesinaron por odio a la fe de Cristo. Según la Causa General murió en agosto de 1936: “Fecha del hallazgo del cadáver el 24 de agosto de 1936” en el término municipal de Moya (Cuenca) “con la cabeza destrozada por los disparos de arma de fuego”.
Lo enterraron en el cementerio de Fuentelespino de Moya (Cuenca). Tenía 62 años de edad cuando fue asesinado.




