Pastor De La Cruz, Graciano
Ecónomo de Campo Arcis y La Portera
El Siervo de Dios realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario conciliar de San Julián en Cuenca, desde el curso 1920 a 1928. Fue ordenado presbítero el 2 de junio de 1928, por el Obispo de Cuenca, el beato Cruz Laplana y Laguna, en la Catedral de Cuenca.
Cantó su primera misa en Barchín del Hoyo, donde había estado destinado su hermano y donde vivía su familia. Después fue nombrado coadjutor de Iniesta, más tarde regente de Landete y finalmente en 1932 cura ecónomo de Campo Arcís y La Portera, pueblos de la provincia de Valencia que pertenecían a la Diócesis de Cuenca, donde trabajó y mejoró mucho la vida religiosa de sus feligreses, siendo muy querido y respetado por todos. Se distinguió por ser un sacerdote buenísimo y lleno de virtudes, que acostumbraba a repartir muchas limosnas a los pobres.
Pocos días antes de empezar la Guerra Civil y al extenderse la violenta persecución religiosa le ofrecieron marcharse, pero no quiso dejar su parroquia, dejando abandonados a sus feligreses.
El 19 de julio, salió por la noche sin cenar y sin provisiones temiendo una sangrienta persecución, fue a ocultarse a una de las aldeas que rodeaban su parroquia donde pasó unos ocho días. Pero viendo que comprometía a los que le ocultaban, a pesar de que a toda costa le querían esconder, se entregó personalmente al Comité del pueblo de La Portera, para que lo llevaran a Requena, pero detenido por los del pueblo fue insultado y maltratado. D. Graciano les decía: “¿Por qué me queréis matar?…. Tan amigos que hemos sido, que hemos convivido juntos, sin haber tenido nunca el menor disgusto, y ahora esto. ¿Por qué? ¿No recordáis mis visitas cuando estabais enfermos, cuando os daba consuelo, cuando os daba alimento porque no teníais que comer? ¿ni del trabajo que os he conseguido cuando carecíais de él? Si nunca os he hecho daño, ¿Por qué me tratáis de esta manera tan despiadada y tan cruel?”.
Estuvo encerrado en la cárcel de Requena durante ocho días más. Hasta que se presentó una turba desenfrenada para asesinar a todos los detenidos en aquella cárcel, y al decirles que allí había un cura, buscándolo, lograron dar con él, lo ataron y a fuerza de culatazos, le hicieron subir a un camión. El pedía que no lo matasen, porque tenía que cuidar de sus padres que eran muy ancianos y estaban enfermos
Llegados al sitio de la ejecución, a fuerza de golpes y bofetadas, le hicieron bajar, le ordenaron diese un paso adelante, mientras, por detrás, le hicieron una descarga cerrada, que le causó la muerte. Antes de morir pudo gritar: “¡Viva la Religión Católica!, ¡Viva Cristo Rey!” Después de muerto, los asesinos se dirigieron a su domicilio en Campo Arcís, incautándose de todo lo que tenía y quemando en la plaza del pueblo lo que no les servía. Murió asesinado el día 4 de agosto de 1936, en el sitio llamado “Fuencaliente”, a unos dos kilómetros de Requena.




