García Pineda, Juan Francisco
Ecónomo de Zarza de Tajo
El Siervo de Dios realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario conciliar de San Julián en Cuenca, desde año 1921. Fue ordenado presbítero el 28 de febrero de 1931, por el Obispo de la Diócesis de Cuenca, Monseñor Cruz Laplana y Laguna, en la Catedral de Cuenca.
Este joven sacerdote, abstraído de toda rencilla política, tuvo a su cargo el cuidado pastoral de dos pequeñas parroquias, primero, en 1931 la de Villar de Cantos y después pasó como ecónomo a Zarza de Tajo, en enero de 1936, desarrollando su ministerio con gran celo sacerdotal. Le gustaba mucho el estudio, por lo que dedicaba mucho tiempo a perfeccionar su formación doctrinal, pero sin detrimento del trabajo en la salvación de las almas. Se distinguió por ser un sacerdote amable, cariñoso, serio, trabajador, que contaba con la confianza de todos sus feligreses; trataba a todos con gran atención y delicadeza y él se encontraba gozoso y feliz. La vida religiosa y la fe católica estaban muy arraigadas en Zarza de Tajo.
Un feligrés suyo, habla de la forma siguiente: “Era sacerdote digno, celoso, muy trabajador, serio, pero a la vez amable y cariñoso, que contaba con la confianza de todo el vecindario de parroquia, ya que él trataba a todos con esmerada delicadeza”.
Ya en plena persecución religiosa fue amenazado de muerte por lo que tuvo que refugiarse en su pueblo natal, Horcajo de Santiago, donde también fue muy perseguido, estuvo unos días detenido con toda clase de malos tratos hasta que lo asesinaron el día 29 de agosto de 1936, a las 2 de la madrugada en la carretera de Tarancón, en el término de Fuente de Pedro Naharro, sólo por ser sacerdote y por odio a la fe de Cristo. Algunos testigos relataron, cuando le iban a matar, estando en el camión él y los demás presos, le dijeron: “Curilla, danos el último sermón”. Cuando se puso en pie para hablar, el conductor arrancó con violencia y él cayó fuera, al suelo. Creían que se había desnucado y lo dieron por muerto. A los demás los bajaron y los fusilaron. Un miliciano, al ver, alumbrado con los focos del camión, que D. Juan Francisco seguía con vida, dijo: “Voy a dar el tiro de gracia al curilla”, y le atravesó la sien de un disparo.
Falleció en el Kilómetro 31 de la carretera de Horcajo de Santiago a Tarancón, el día 29 de agosto de 1936, a las primeras horas de la madrugada. Lo enterraron en el cementerio de Horcajo de Santiago. Tenía 28 años de edad cuando fue asesinado. Desde entonces tiene fama de mártir.




