Galindo Muñoz, Pedro

Párroco de Las Mesas

Nació, el día 27 de abril de 1872, en Santa María del Campo Rus, Cuenca.

El Siervo de Dios realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario conciliar de San Julián en Cuenca, desde el año 1891. Fue ordenado presbítero el 29 de marzo de 1895 por el Obispo de la Diócesis de Cuenca, Monseñor Pelayo González Conde.

Comenzó su ministerio en San Antonio de Requena. En 1897 fue nombrado cura ecónomo de Arcas; en 1898 párroco de Olmedilla de Alarcón; en 1909 párroco de La Ventosa; y desde 1912 párroco de Montalbanejo; en 1931 párroco de Villalba del Rey y en 1933 comenzó a ser párroco de Las Mesas, donde estuvo hasta el año 1936.

El pueblo de Las Mesas era bastante piadoso y religioso, recibiendo sus gentes los Sacramentos con frecuencia. Por eso, cuando el año 1936, por motivos políticos, se prohibieron las procesiones de Semana Santa, las gentes del pueblo, indignadas por estas disposiciones y sin permiso de nadie, celebraron la procesión de la Resurrección de Nuestro Señor. A pesar de este ambiente hostil, don Pedro siguió celebrando el culto y la administrando los Sacramentos en la iglesia parroquial, con toda normalidad, hasta el 27 de julio de 1936.

Cuando arreció la persecución religiosa y se le prohibió celebrar, el Siervo de Dios lleno de fe y de gran celo pastoral por sus feligreses, no abandonó el pueblo, continuando alentándolos en los momentos difíciles que se vivían en aquellos tiempos. Lo detuvieron, lo ultrajaron y se mofaron de él hasta lo indecible. Cuando se lo llevaron, el día 7 de agosto de 1936, de Las Mesas a Cuenca, en el camino, fue arrojado en marcha desde el tren, cerca de un túnel en el término de Sotoca, muriendo al instante. Su cuerpo fue encontrado en las primeras horas del día 9 de agosto, a unos 200 metros del túnel junto a la vía del ferrocarril.

Tenía 64 años de edad cuando fue asesinado, exclusivamente por su carácter sacerdotal, tiene fama de mártir.

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Oración

Oh Dios, que concediste
la gracia del martirio
a los Siervos de Dios
Eustaquio Nieto y Martín, obispo,
y a los demás sacerdotes, religiosos y laicos
de nuestras diócesis,
haz que sus nombres aparezcan
en la gloria de los santos,
para que iluminen con su ejemplo
la vida y entrega de todos los cristianos.
Concédenos imitarlos
en su fortaleza ante el sufrimiento
y la gracia que por su intercesión te pedimos.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.