Vellisca Ruiz, Juan José
Laico
El Siervo de Dios era de profesión albañil. Su familia, siendo los padres fervientes católicos, educaron a todos sus hijos en la fe en medio de una religiosidad sencilla. Se caracterizaba por ser un hombre listo y habilidoso, muy trabajador y honrado. Y así como persona de fe capaz de defender las verdades de la fe con buenos razonamientos, lo que hizo muchas veces. Era muy estimado en el pueblo, querido y respetado. Participaba activamente en la vida del pueblo, con fama de bueno y colaborador en las fiestas patronales de la Virgen de las Candelas, la fiesta del Corpus Christi y Semana Santa. Sobresalía por su devoción a San Antonio, quizás atraído por su sencillez y vida limpia, a cuya hermandad perteneció desde muy joven.
Una vez iniciada la persecución religiosa y cuando la misma se adueñó del pueblo, su fama de buen cristiano, atrajo la mirada sobre él, de los perseguidores de la fe. Y un día estando con su padre trabajando en la era, llegaron los perseguidores de la fe y con engaños lograron separarlo de sus padres, aunque sabía muy bien para lo que se lo llevaban. Lo trasladaron al Ayuntamiento de Zarza de Tajo y el 11 de agosto de 1936, a las cinco de la mañana, con otros nueve hombres de su pueblo lo sacaron del pueblo con dirección a Madrid. Y en el kilómetro 10 de la carretera de Vallecas fue asesinado.
Lo enterraron en una fosa común en el cementerio de Vallecas (Madrid). Tenía 21 años de edad cuando fue asesinado. Sus familiares y paisanos lo tienen por mártir, por lo que piden la canonización.




