Perpiñán Romero, Francisco
Cura Regente de Iniesta
El Siervo de Dios realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario conciliar de San Julián en Cuenca, desde el curso 1902, con altas calificaciones. Fue ordenado presbítero el 21 de diciembre de 1907, por el Obispo de la Diócesis de Cuenca, Monseñor Wenceslao Sangüesa y Guía, en la Catedral de Cuenca.
Pertenecía a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Beato Manuel Domingo y Sol. Destinos sacerdotales siguientes: 1908 en Santo Domingo de Moya, en 1913 cura ecónomo de Mira, en 1916 fue nombrado párroco de Alarcón, en 1923 regente de La Roda y en 1924 coadjutor auxiliar del mismo, en 1927 ecónomo de Garaballa y en 1930 párroco de Garaballa y capellán del Santuario de la Virgen de Tejeda. Y en 1935 su último destino fue de cura regente de Iniesta. Consta que se marchó a México para ser misionero, pero no sabemos cuánto tiempo se quedó allí. Se distinguió porque era muy ejemplar, laborioso y celoso de su ministerio sacerdotal. Muy piadoso y caritativo, se había ganado la simpatía de todos sus feligreses
Iniciada la persecución religiosa fue detenido y con gran resignación y valentía aceptó su sacrificio, murió, en la carretera de Iniesta a La Graja de Iniesta, el día 5 de septiembre de 1936, estaba rezando la novena de la Virgen de Tejeda cuando fueron a detenerlo. Un testigo cuenta que el Siervo de Dios sabía que iban a detenerle y que le habían sugerido que se marchara a los saltos del pantano de Bolarque, para salvarse, pero él no quiso huir. Entraron en casa y se llevaron toda la documentación y los pesos mexicanos de oro que le había dado una mujer al regresar de México. Él les preguntó a los otros detenidos: “¿Dónde vamos?”. Y contestaron: “¿Pues dónde vamos a ir, si están matando a todos los curas?”. Le preguntaron a un miliciano: “¿Dónde nos lleváis?”. “A dar un paseo”. El Siervo de Dios añadió: “Me quitáis las monedas y también me quitáis la vida”. Los sacaron fuera del pueblo y les dijeron: “Ya os podéis bajar, echad a andar, que era sólo un susto para que sepáis que aquí mandamos nosotros”. Con engaño los milicianos les dijeron que podían irse. Comenzaron a andar y al primero al que dispararon fue el Siervo de Dios, que cayó de rodillas a la carretera. Los otros dos salieron corriendo. El Siervo de Dios, herido, pudo dirigir unas palabras de perdón a sus verdugos antes de recibir el tiro de gracia.
Murió de varios tiros en pecho y en la cabeza. Cuentan testigos oculares que después de muerto, el cadáver fue rociado con gasolina y prendiéndole fuego, sólo ardieron las ropas. Ante esto, lo cubrieron de leña, a la cual prendieron fuego, y tampoco ardió el cuerpo. Sus asesinos, llenos de terror, huyeron de aquel lugar a toda prisa. Murió asesinado el día 5 de septiembre de 1936, en la carretera de Iniesta a La Graja de Iniesta, Cuenca. Después de la contienda, sus restos fueron trasladado al cementerio de Landete. Tenía 52 años de edad cuando fue asesinado sólo por ser sacerdote y por odio a la fe católica. Goza de fama de martirio.




