Pérez Del Cerro, Fernando
Cura Regente de Barajas de Melo
A los nueve años quiso ingresar en el Seminario, pero antes tuvo que examinarse de ingreso y primer curso de Bachillerato en el Instituto de Cuenca. Realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario conciliar de San Julián en Cuenca, desde el curso 1906. Fue ordenado presbítero el 22 de marzo de 1913, por el Obispo de la Diócesis de Cuenca, Monseñor Wenceslao Sangüesa y Guía, en la Catedral de Cuenca.
Su primer destino fue de coadjutor de El Picazo del Júcar. En el año 1914, coadjutor de la parroquia de San Nicolás de Huete y capellán del hospital. En 1927 por concurso-oposición fue nombrado párroco de El Picazo del Júcar, donde permaneció hasta el 1934, año en el que fue trasladado, como cura regente, a Barajas de Melo. Se distinguió en el desempeño de su ministerio sacerdotal por su gran celo, se desvivió por el esplendor del culto y de los templos, siendo un gran apóstol de la caridad y un sacerdote muy humilde “Siempre fue su máxima aspiración sufrir el martirio por su Divino Maestro, pensando varias veces marchar de misionero a tierras de América”. Habiendo comenzado la persecución religiosa, fue amenazado de muerte por los milicianos de Barajas de Melo, que trataron de arrojarlo a un estanque de agua y arrastrarle por las calles del pueblo, y que a la puerta de su casa no dejaban de cantar coplillas con amenazas.
Ante esta situación decidió desplazarse a Cuenca, donde vivía una hermana, y para entrevistarse con el señor Obispo en aquellos momentos tan graves, eran los últimos días de julio de 1936. Quedó detenido en el Seminario que había sido convertido en cuartel de los milicianos. De donde lo sacaron para asesinarlo junto con los hermanos Lucio y Juan Félix Bellón, sacerdotes, en la noche del 10 al 11 de agosto de 1936.
Los que le conocieron afirman que toda su vida fue angelical; la caridad, el amor a Dios y al prójimo, su celo apostólico, el cumplimiento exacto de todas sus obligaciones, su afán de sufrir y morir por Cristo, fueron las ilusiones y anhelos de su vida. Murió asesinado en Cuenca, en la noche del 10 al 11 de agosto de 1936, cerca del cementerio de Cuenca, sólo por ser sacerdote y por odio a la fe de Cristo. Lo enterraron en el cementerio de Cuenca. Tenía 47 años de edad cuando fue asesinado.




