Olmo Fernández, Gerardo del
Ecónomo de Balsalobre
El Siervo de Dios realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario conciliar de San Julián en Cuenca, desde el curso de 1922. Fue ordenado presbítero el 9 de septiembre de 1934, por el Obispo de la Diócesis de Cuenca, Monseñor Cruz Laplana y Laguna, en la iglesia del Colegio de San Pablo en Cuenca. Fue nombrado poco después de la ordenación cura ecónomo de Valsalobre.
Este joven sacerdote era un celoso cumplidor de sus deberes sacerdotales y de ejemplar conducta moral. Ardía en deseos de conquistar almas para Dios, a lo que consagraba todos sus esfuerzos, especialmente en la catequesis con los niños.
Cuando arreció el clima de violencia y los señalamientos a los vecinos de Valsalobre como sospechosos de profesar la fe católica, don Gerardo buscó ponerse a salvo. Con el hermano sacerdote D. Ovidio Martínez González, cura párroco de Torrecilla, se ocultó por el campo y los montes huyendo de sus perseguidores. Allí fueron avisados de que venían de nuevo por ellos y decidieron marcharse a la zona nacional, en la compañía de otro hombre. Pasaron por Pajares y llevaron a la Vega del Codorno, pero allí fueron vistos por alguien y delatados.
Por fin fueron sorprendidos por los milicianos, que los apalearon y atormentaron con todos los actos de tortura. Como veían que la muerte les vendría pronto se confesaron mutuamente. Cuando los milicianos se dispusieron a matarlos, los dos juntos dijeron en alta voz: “¡Viva Cristo Rey…! ¡Damos nuestra vida por Cristo…!, ¡Viva Cristo Rey! ¡Os perdonamos!”. No pudieron hablar más porque cayeron acribillados por las balas, muriendo en el acto. Sus cadáveres fueron quemados al día siguiente. Los pocos restos quedaron de sus cuerpos, fueron recogidos y enterrados secretamente por unos hombres piadosos, no lejos del lugar donde murieron. Eran las ocho de la mañana, en el río Tajo, entre las provincias de Teruel y Cuenca, en el límite de Vega del Codorno y Guadalaviar. Siempre se le consideró mártir
Don Gerardo murió asesinado el día 22 de agosto de 1936 sólo por ser sacerdote y por odio a la fe de Cristo, a las ocho de la mañana, en el río Tajo, entre las provincias de Teruel y Cuenca, en el límite de Vega del Codorno (Cuenca) y Guadalaviar (Teruel). Siempre se le consideró mártir.




