Junquero Salvador, Aneto
Párroco de Ledaña
Su primer destino fue coadjutor en San Clemente. Después pasó en 1897 a ser párroco en Paracuellos de la Vega, en 1907 fue regente de Arcas, pero en 1916 volvió a Paracuellos de la Vega hasta que en el año 1918 fue nombrado párroco de Ledaña. En este último destino de Ledaña, a pesar de su avanzada edad, ardía en él, un celo incansable a su ministerio sacerdotal y así se ganó las simpatías, el respeto y el afecto de sus feligreses y de quienes lo conocieron por su espíritu caritativo y ejemplar conducta, espíritu ardiente y celo incansable que siempre le acompañó en toda su vida por la gloria de Dios y la salvación de las almas.
Iniciada la persecución religiosa, en Ledaña se había mantenido la fe y la piedad religiosa gracias al sindicato católico de San Antón y a la comunidad de labradores de San Isidro. El día 11 de agosto llegó un grupo de milicianos que destrozaron la iglesia parroquial, así como todos los ornamentos sagrados y el archivo, siendo robados todos los objetos litúrgicos de valor.
Don Aneto había seguido celebrando Misa hasta el 2 de agosto. Pero consciente del peligro, buscó refugio en su pueblo natal. Un tal Moreno se llevaba a D. Aneto en el coche, en dirección a Campillo de Altobuey, pero en Minglanilla, fue reconocido por un miliciano: “Ese es el cura de Ledaña”. Y se lo llevaron detenido a Cuenca. Los milicianos tampoco respetaron a este sacerdote como a otros muchos, haciéndole sufrir numerosos malos tratos y ultrajes. El día 8 de agosto, fue trasladado al Pinar de Jábaga, donde con resignación y entereza cristiana entregó su alma a Dios.
Murió asesinado el día 8 de agosto de 1936 en el Pinar de Jábaga de Cuenca. Lo enterraron en el cementerio municipal de Cuenca. Tenía 66 años de edad cuando fue asesinado por ser sacerdote y por odio a la fe católica. A D. Aneto Junquero Salvador se le tiene como mártir de la Iglesia.




