Guijarro Delicado, Cayo

Párroco de Vara de Rey

Nació en San Lorenzo de la Parrilla, Cuenca, el 4 de marzo de 1903. Don Cayo había sentido la vocación sacerdotal desde muy niño, y toda su ilusión era llegar a ser sacerdote. El Siervo de Dios realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario conciliar de San Julián en Cuenca, desde el año 1916. Fue ordenado presbítero el 2 de junio de 1928, por el Obispo de la Diócesis de Cuenca, Monseñor Cruz Laplana y Laguna, en la Catedral de Cuenca.

Comenzó el ejercicio del ministerio sacerdotal como coadjutor en Campillo de Altobuey, y en noviembre de 1929 fue nombrado ecónomo de Almendros, posteriormente, en 1931 fue destinado como párroco a Fuentelespino de Haro, y en 1934 a Vara de Rey, donde tuvo serios problemas con el alcalde que lo mandó detener, por lo que fue trasladado como ecónomo a Villagarcía del Llano.

Se distinguió por su piedad y su celo por la salvación de las almas y además estaba dotado del don de la palabra, siendo un gran orador, por lo que fue conocido por muchas gentes, aunque también era sencillo, de vida tan recogida que no daba motivos para que se fijasen en él.

Iniciada la persecución religiosa, los milicianos lo detuvieron y lo llevaron a la Cárcel Provincial de Cuenca, de donde salió a los pocos días. “Sus afanes apostólicos eran interpretados como actividades subversivas”.

En el mes de agosto de 1936, tuvo que volver a huir de su casa y refugiarse en una casa de campo en Villagarcía del Llano (Cuenca); pero fue descubierto. Y sin compasión lo maltrataron bárbaramente y lo asesinaron. Su cadáver fue rociado de gasolina, pero no ardió, y lo enterraron en una cuneta de la carretera, entre Iniesta y Villagarcía del Llano. Murió asesinado el día 9 de septiembre de 1936, en el término de Iniesta (Cuenca). Tenía 33 años y murió por ser sacerdote y por odio a la fe de la Iglesia Católica.

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Oración

Oh Dios, que concediste
la gracia del martirio
a los Siervos de Dios
Eustaquio Nieto y Martín, obispo,
y a los demás sacerdotes, religiosos y laicos
de nuestras diócesis,
haz que sus nombres aparezcan
en la gloria de los santos,
para que iluminen con su ejemplo
la vida y entrega de todos los cristianos.
Concédenos imitarlos
en su fortaleza ante el sufrimiento
y la gracia que por su intercesión te pedimos.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.