Cuenca Escribano, Felipe

Párroco de Caracenilla

Nació el día 26 de mayo de 1902. en Gascueña, Cuenca. Sus padres se llamaban Pedro y Canuta. Tenía una hermana llamada Martina.

El Siervo de Dios desde muy joven demostró verdadera vocación sacerdotal y realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario conciliar de San Julián en Cuenca, desde el año 1915. Fue ordenado presbítero el 29 de mayo de 1926, en Madrid, por el Obispo de Madrid-Alcalá.

Tras ordenarse fue nombrado ecónomo de la parroquia de Viana de Mondéjar, Guadalajara, entonces Diócesis de Cuenca, y en 1928 fue nombrado ecónomo de Caracenilla, pasando en 1930 a ser párroco de la misma.

En plena persecución religiosa, la iglesia parroquial de Caracenilla fue devastada, salvándose únicamente el retablo mayor. También la ermita fue profanada. El 23 de agosto de 1936 el siervo de Dios fue detenido con su cuñado y llevado al Ayuntamiento entre milicianos. Él les dijo: “Si vais a matar a alguno, matadme a mí y dejad a mi cuñado, que tiene dos criaturas”. Allí mismo mataron a su cuñado y le obligaron a rezarle responsos, en plan de burla, lo que hizo con gran fervor y sentimiento.

“Se lo llevaron a la orilla del pueblo, entre gritos y malos tratos, rompiéndole un brazo y una pierna. Don Felipe iba besando el crucifijo, que los milicianos le metieron por la boca, queriendo sacárselo por la mejilla”. “Le querían hacer decir ʽSaludʼ y él respondía siempre ʽ¡Viva Cristo Rey!ʼ Le dijeron: “Si quieres el carné y te haces miliciano, serás un ciudadano como nosotros, y te perdonaremos la vida”. Respondió: “Soy de Jesucristo, y quiero morir con Jesucristo”. Esta respuesta enfureció a sus verdugos, que volvieron con mucha violencia a maltratarlo nuevamente, pegándole culatazos. Después lo asesinaron a golpes. Entregando así su alma a Dios.

Murió asesinado, el 23 de agosto de 1936, a las tres de la tarde, en las afueras de Caracenilla, ante el vecindario, por ser sacerdote y por odio a la fe de la Iglesia Católica.

COMPARTIR:

Buscador 464

Oración

Oh Dios, que concediste
la gracia del martirio
a los Siervos de Dios
Eustaquio Nieto y Martín, obispo,
y a los demás sacerdotes, religiosos y laicos
de nuestras diócesis,
haz que sus nombres aparezcan
en la gloria de los santos,
para que iluminen con su ejemplo
la vida y entrega de todos los cristianos.
Concédenos imitarlos
en su fortaleza ante el sufrimiento
y la gracia que por su intercesión te pedimos.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.