Cañas Frías, Jesús Daniel

Laico

Nació en Cuenca, el día 10 de abril de 1898, hijo de Deogracias Cañas Moya y de Dolores Frías Arribas. El 2 de octubre de 1922 contrajo matrimonio con Modesta Gabriela Olmeda Recuenco. Del matrimonio nacieron seis hijos: Jesús, María de los Dolores, Enrique, Jaime, Jaime y Gonzalo.

Tuvo una fábrica de zapatos, junto con su hermano, y después una tienda de calzado. Se distinguió por ser un buen padre y católico de fuerte fe, inculcó a sus hijos el amor que hay que tener a Dios, al que había que poner en primer lugar siempre. “Dios ante todo”, solía repetir. Era miembro de Acción Católica y desde 1925 también formaba parte del Muy Ilustre Cabildo de Caballeros de la Soledad y Santo Sepulcro.

Desde que se inició la persecución religiosa, fue muy perseguido. Después de incautarle todos sus bienes, lo encarcelaron en el Seminario Conciliar de San Julián, escogiendo para él los peores lugares, sometiéndolo a duros castigos morales, corporales y físicos. Pero él, con gran confianza, rezaba a Dios y a la Virgen María repitiendo frecuentemente: “Que sea lo que Dios quiera”. En el interrogatorio al que le sometieron, le preguntaron que, si iba mucho a misa, a lo que respondió que sí y que a qué partido político pertenecía, a lo que contestó que a ninguno, porque sólo era católico, apostólico y romano. Los dos hermanos se animaban mutuamente durante el cautiverio, rezaban de rodillas delante de la cruz que habían rayado en la pared, componiendo versos piadosos al Señor y conversando sobre el fruto de su pasión y muerte. Fueron maltratados con crueldad, pero Antonio seguía dando ánimo a su hermano, diciéndole que, si ellos morían por Dios, Este no dejaría a sus hijos desamparados. Le repetía: “Sé fuerte, no llores, Dios no desampara a sus hijos”.

Sospechando que lo iban a matar, se despidió de su esposa y de sus hijos con ternura y fortaleza, diciendo al mayor que no olvidara la fe de su padre y que lo recordase a sus hermanos. Murió junto a su hermano Antonio, gritando “¡Viva Cristo Rey!”, el día 19 de noviembre de 1936, por la noche, junto a las paredes del cementerio municipal.

Lo mataron únicamente por ser creyente y por odio a la fe de Cristo, por lo que se recuerda su muerte como un verdadero martirio. Lo enterraron en el cementerio de Cuenca. Tenía 38 años de edad cuando fue asesinado.

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Oración

Oh Dios, que concediste
la gracia del martirio
a los Siervos de Dios
Eustaquio Nieto y Martín, obispo,
y a los demás sacerdotes, religiosos y laicos
de nuestras diócesis,
haz que sus nombres aparezcan
en la gloria de los santos,
para que iluminen con su ejemplo
la vida y entrega de todos los cristianos.
Concédenos imitarlos
en su fortaleza ante el sufrimiento
y la gracia que por su intercesión te pedimos.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.