Fernández-Avilés Huerta, José

Coadjutor de Alcaudete de la Jara

Don José Fernández-Avilés Huerta era natural de Noblejas (Toledo). Nació el 19 de marzo de 1892 y recibió la ordenación sacerdotal el 18 de diciembre de 1915. Era coadjutor en la parroquia de Alcaudete de la Jara (Toledo). Su párroco era el Siervo de Dios Clemente Villasante. Los dos vivían, con sus familias respectivas, en casas que se comunicaban. A mediados de julio del 36, ante el cariz de los acontecimientos, Don Anastasio Granados y 2 ó 3 sacerdotes les instan a ir a la Fresneda para esconderse en las zahúrdas de los cerdos. Ellos se negaron, apelando a su obligación de permanecer con sus feligreses. Después del día 20 de julio, ante la imposibilidad de acudir a la iglesia, vivían encerrados en la casa, vigilada por los milicianos, y preparándose a una muerte que veían inminente. El 30 de julio una camioneta con milicianos se paró delante de la casa reclamando a gritos que salieran los curas. Salen. Se despiden de los suyos, mientras se ponen a llorar. Don Clemente les dice:

-Ha llegado la hora de honrar nuestro sacerdocio… Adiós ¡Hasta el Cielo! Luego bendice a algunos curiosos que están mirando. Antes de subirlos al camión los maniatan. Les dice el párroco: -Bastantes cosas buenas hicimos al pueblo ¿por cuál de ellas nos tratáis así? Que digan esos qué mal les hicimos. Pero el miedo les hace enmudecer. Piden el breviario y se lo niegan. Camino de Talavera de la Reina, hablan con entereza y sinceridad cristiana a los milicianos del camión. Tanto que uno de ellos se mareó y otro decidió bajarse. Llegan a la ciudad. Los del Comité de Talavera les dicen malhumorados: -Este asunto no es nuestro. En su pueblo podíais haber hecho lo que fuera.

Tampoco los admitieron en la cárcel. Entonces decidieron llevarlos por la carretera de Madrid y a muy poca distancia, en la ermita de Nuestra Señora del Prado de Talavera de la Reina (Toledo), los fusilaron. Murieron con el grito de ¡Viva Cristo Rey! en sus labios.
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Oración

Oh Dios, que concediste
la gracia del martirio
a los Siervos de Dios
Eustaquio Nieto y Martín, obispo,
y a los demás sacerdotes, religiosos y laicos
de nuestras diócesis,
haz que sus nombres aparezcan
en la gloria de los santos,
para que iluminen con su ejemplo
la vida y entrega de todos los cristianos.
Concédenos imitarlos
en su fortaleza ante el sufrimiento
y la gracia que por su intercesión te pedimos.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.