Ruiz, Fr. Julián

  

FR. JULIÁN RUIZ

Comunidad de Pastrana (Guadalajara)

Fr. Julián Ruiz Aragonés nació en Auñón (Guadalajara) el 9 de diciembre de 1916. Sus padres fueron Felipe y Ángela. Sobresalía por sus cualidades en la escuela y por su piedad. Por ello y por su carácter abierto y sincero, era apreciado, a pesar de su genio pronto y fuerte. Ingresó en el seminario menor franciscano de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) en 1927. Cursó allí dos años de humanidades y el tercero y cuarto en La Puebla de Montalbán (Toledo). Tras el paréntesis con su familia al producirse la quema de conventos en España en mayo de 1931, Julián volvió al seminario de La Puebla hasta cumplir la edad requerida para tomar el hábito franciscano.

Lo tomó el 10 de diciembre de 1931 en Arenas de San Pedro (Ávila) y allí hizo su profesión temporal el 12 de diciembre de 1932. Pasó al convento de Pastrana en donde permaneció hasta la guerra civil española y cursó el quinto de humanidades y el trienio de filosofía. Era de buenas cualidades para el estudio, para la acción y la comunicación; extrovertido, simpático, franco, espontáneo y entusiasta en las tareas de su vida religiosa y de la formación. Ese carácter tan vivo le llevó a la crítica a los superiores y a encabezar en una ocasión la oposición y el descontento juvenil de sus condiscípulos. Aceptó la corrección de los superiores y supo, en adelante, mantenerse en la obediencia y el respeto a los mismos.

Debiendo abandonar el convento al empezar la guerra civil española, Fr. Julián se hospedó con otro condiscípulo en casa de una familia de Pastrana. Cuando había registros, pasaban el día en el campo. En agosto marchó a su pueblo con un hortelano que iba a vender sus productos. Allí permaneció diez meses. Encarcelados por los izquierdistas su padre y un hermano y despojada la familia de sus bienes, Julián tuvo que trabajar con su otro hermano seminarista para sustentar a la familia. No descuidó la vida de oración en su casa. Dirigió varias cartas a su maestro y a algunos condiscípulos en las que les hablaba con entusiasmo de su vocación y expresaba su deseo de que acabase la guerra para volver al convento.

En julio de 1937 tuvo que alistarse por fuerza en el ejército republicano. A primeros de marzo de 1938 pidieron en el pueblo datos personales sobre él y sobre su hermano seminarista. El día 8 fechó su última carta, dirigida a su madre. Esa noche le llamaron a comandancia y le fusilaron en la madrugada del 9 de marzo de 1938 (o pudo ser un día o dos después) en el km. 14 de la carretera de Madrid a Valencia, en donde su compañía estaba de descanso. No murió en el frente de batalla como consecuencia de acción de guerra. Su muerte fue por su condición de religioso. Se ignora dónde está enterrado. Es de suponer que lo enterrasen por aquellos parajes en donde estaba su compañía.