Perea, P. Felipe

  

P. FELIPE PEREA

Comunidad de Almagro (Ciudad Real)

El P. Felipe Perea Santos nació en Villanueva de Alcardete (Toledo) el 13 de septiembre de 1908. Sus padres fueron Manuel y Francisca. En 1922 ingresó en el seminario menor franciscano de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) en donde estudió tres cursos de humanidades en dos años. Vistió el hábito franciscano el 28 de agosto de 1924 en Arenas de San Pedro (Ávila), en donde hizo su profesión temporal el 29 de agosto de 1925. Estudió el trienio de filosofía en el convento de Pastrana (Guadalajara) de 1925 a 1928. Desde este año hasta 1931 estudió tres cursos de teología en Consuegra (Toledo), en donde hizo su profesión solemne el 14 de septiembre de 1929. Trasladado el teologado franciscano de Castilla a Quincy (Illinois-USA), cursó allí el cuarto de teología. Fue ordenado sacerdote el 21 de mayo de 1932.

En los años de su formación observó buena conducta y obtuvo buenas calificaciones. Era sencillo y buen compañero. Durante toda su vida fue notoria su piedad y fue considerado como buen religioso.

De 1932 a 1934 fue profesor del seminario menor franciscano de Pastrana (Guadalajara). En 1934 fue destinado como profesor al de La Puebla de Montalbán (Toledo). Como profesor era competente y sabía estimular a los seminaristas, aunque era muy riguroso en mantener la disciplina. No descuidaba la vida de oración y la atención al confesonario. Por esos años escribió una docena de Lecciones catequísticas en la revista Cruzada Seráfica. En febrero de 1936 fue destinado al convento de Almagro (Ciudad Real) y nombrado director de la catequesis. En Almagro estaba al iniciarse la guerra civil española de 1936. Expulsado del convento con los demás religiosos el 24 de julio de ese año, fue acogido por una familia almagreña, en cuya casa estuvo unas 24 horas, dedicadas en su mayor parte a la oración. El 25 fue encarcelado con los demás franciscanos y dominicos. En los días de prisión llevó la vida de oración, que se ha dicho ya hablando del P. Durana.

El 30 de julio salió con tres dominicos para Ciudad Real en tren con intención de seguir hasta su pueblo. Llevaban los cuatro un salvoconducto del jefe de la Casa del Pueblo, pero iban vigilados por dos milicianos de Almagro. Estos creían que todos eran dominicos, pues el P. Perea apenas era conocido en Almagro. Al llegar a la estación de Miguelturra, la única entre Almagro y Ciudad Real, el jefe local de los milicianos subió al tren y mandó bajar a los cuatro religiosos, que fueron señalados por los dos que venían vigilándolos. En el andén les esperaba un piquete de milicianos armados con fusiles. La gente que había en la estación empezó a decir. “¡Bajan a los frailes! ¡Bajan a los frailes!”. Ordenaron a los religiosos que caminasen hacia un extremo de la estación y, cuando se habían separado unos pasos, empezaron a dispararles por la espalda. Tres de ellos cayeron al suelo. Uno echó a correr. Parece seguro que éste fue el P. Felipe Perea. Los milicianos corrieron tras él y le abatieron en un sembrado cercano. La muerte de estos cuatro religiosos tuvo lugar en la estación ferroviaria de Miguelturra (Ciudad Real) el 30 de julio de 1936 hacia las tres de la tarde. Recogidos los cadáveres y hecha la autopsia, fueron enterrados en el cementerio de la localidad. Terminada la guerra civil, fueron exhumados los cadáveres y trasladados al convento de los dominicos de Almagro.