Mellado Pérez–Valiente, Francisco

  

FRANCISCO MELLADO PÉREZ–VALIENTE

Padre de Familia de Manzanares
Nace el día 30 de julio del año 1887 y es Bautizado en la Parroquia de la Asunción de Manzanares el día primero de agosto del año 1887 con los nombres de Francisco María Jesús. Hijo de Julián Mellado y de María Catalina Pérez Valiente, naturales de Pedroñeras (Cuenca) y La Solana (Ciudad Real) respectivamente, creció en una familia cristiana que diariamente rezaba el Santo Rosario. Licenciado en Derecho y productor de vino, padre de tres hijos: Julián que recibiría el martirio junto con el padre y un tío sacerdote llamado D. Tomás Mellado, capellán de las Hijas de la Caridad de Manzanares; y dos hijas, a saber: María Dolores y María del Carmen que llegarían a ser religiosas Hijas de la Caridad.

Viudo de María Nieves Noblejas, desde el 20 de abril de 1925, cuando tenía 38 años de edad, asume la tarea de la formación cristiana y humana de los hijos. Francisco por su formación católica y sus conocimientos humanísticos era totalmente consciente del peligro que corría su hogar en aquellos momentos.

El 3 de agosto de 1936 y a las 6 de la mañana, personas denominadas “milicianos” armados con fusiles y metralletas se presentaron en la casa, c/ Dr. Joaquín Costa nº 1- y sin mas explicaciones - se llevaron a Francisco junto a su hermano sacerdote D. Tomás Mellado y al hijo Julián, a la cárcel de Manzanares.

Estaban recluidos en la cárcel junto a Francisco, otros 37 compañeros más - uno de ellos su hijo Julián, ingresado el 14 de julio de 1936. Formaban parte de dichos reclusos 7 sacerdotes - uno de ellos su hermano D. Tomás - ingresado en la cárcel el mismo día y a la misma hora que él.

Según los relatos del único recluso que se libró de la muerte, Antonio López de los Mozos Clemente, natural de Manzanares y ya fallecido, todos los días por las tardes rezaba el rosario en alta voz los 38 reclusos. En la noche del 7 de agosto de 1936 y en la cárcel de Manzanares los 38 reclusos de la misma fueron informados de su inmediata ejecución al día siguiente, el 8 de agosto de 1936. Según testimonio posterior de sus mismos ejecutores, en esa noche del 7 de agosto, todos los detenidos se confesaron con los sacerdotes compañeros de martirio y éstos, se confesaron entre ellos.

Al día siguiente 8 de agosto y a las 13,30 horas del mediodía, se les ordenó a todos los recluidos - en medio de “milicianos” armados -, que saliesen a la calle colocándose delante de la cárcel, formando una fila con la vista al frente. Entonces, y conforme iban saliendo por la puerta de la prisión, los fueron abatiendo a tiros.