Díaz López de la Manzanara, José

  

JOSÉ DÍAZ LÓPEZ DE LA MANZANARA

Joven de Acción Católica en Manzanares
José Díaz López de la Manzanara nació el 7 de abril del año 1908 en Manzanares, hijo de José y de Ana. Fue bautizado en la Asunción de Manzanares el día 13 de abril del año 1908 y, confirmado en ésta, sin saberse la fecha exacta. Fue un joven muy activo y se distinguió por sus ideales religiosos, dando en todo momento nota de un gran temple, ocupó el cargo de tesorero del Centro de Acción Católica y organizó el aspirantado de Acción Católica. Se distinguió también por su trabajo para que la Juventud Católica de Manzanares estuviera representada en la peregrinación a Roma del año 1934: «No podíamos quedarnos al margen de la grandiosa manifestación de fe, que Juventud Católica Española dará en la capital del orbe cristiano. Formará también nuestra bandera llevada por don Eduardo Ruiz, don Manuel Ramos y el señor Consiliario don Francisco López de la Manzanara» (Crónica de Juventud Católica de Manzanares, Boletín n.1, jueves 1º de marzo 1943, p.3).

Por su carácter alegre y afable se granjeó la amistad de todos, pues, debido a su condición humilde convivía con personas de la “Casa del Pueblo”. Era consciente de que como miembro de la Directiva del Centro de Acción Católica lo que no debía, ni moralmente podía es capitanear o asesorar partidos, que en su mismo nombre están hablándonos de división y de lucha. Sólo así la Acción Católica podrá realizar su magnífico lema: “Si la política nos divide, la Religión nos une” (Acción Católica y la Política, Bol. N. 2, año I).

Supo que se le iba a detener por su militancia en la Juventud Católica. Sus familiares le instaban a que se escondiera, pero él no quiso hacerlo. Siempre respondía: «si yo muero no es más que por ser católico; pues qué mayor alegría para mí y para vosotros que dar la vida por mis ideales». Su gran ilusión se vio coronada el 17 de julio de 1936 en que fue detenido a la salida de un círculo de estudios, en unión del vocal del Centro Julián Mellado. Los días que estuvo detenido manifestó sus buenas disposiciones religiosas. En los momentos en que se veía asaltado por el pensamiento de la muerte y, no encontrándose con las fuerzas necesarias para no decaer por aquel trance que Dios le pedía, se arrodillaba a los pies del consiliario, también detenido, para que le alentara, y su ánimo se iba templando más y más con aquellas palabras sabias del buen consiliario.

El día 8 de agosto del 1936 fue llamado a formar una fila para su ejecución; con presteza se levantó para consumar su martirio; sacó el Rosario el que fue rezando todo el camino. Sus últimas palabras fueron: «Yo voy a morir, pero la religión no muere. ¡Viva Cristo Rey! ». Sus restos se encuentran en el cementerio Municipal de Manzanares en sepultura de su propiedad.