Cano y Jiménez, David

  

DAVID CANO Y JIMÉNEZ

Joven de Acción Católica de Membrilla
David Cano Jiménez (Presidente de los Jóvenes de Acción Católica), nació en Membrilla, el 14 de diciembre de 1915; hijo de Basilio Cano y Juana Jiménez, naturales ambos de Membrilla. Fue bautizado en la primera semana de su nacimiento, según costumbre de su cristiana familia, en la Iglesia de Santiago el Mayor. Era el séptimo de nueve hermanos. A los siete años quedó huérfano de padre y su madre como buena cristiana, desde la infancia, educó cristianamente a sus hijos, enseñó a rezar y a confiar siempre en Dios en medio de las necesidades y adversidades, que tuvo que sufrir a causa de quedar huérfano tan pronto.

En su infancia fue monaguillo de su parroquia, diariamente se levantaba a las siete de la mañana y acompañado de su madre se desplazaba a la iglesia para ejercer su “oficio” de acólito “sirviendo al Altar” y participando en la Santa Misa. Ingresó en la Acción Católica, a los 15 años, y desde entonces ayudó a D. Cristino Gabinia (Consiliario de los Jóvenes de Acción Católica y coadjutor de la Parroquia), en una escuela nocturna creada por el Centro de Acción Católica local para que numerosas personas aprendieran las primeras letras y el Catecismo de la Doctrina Cristiana. Desde el 1933 y por tres cursos completó su formación religiosa en el I.S.O. (Instituto Social Obrero) fundado en Madrid por D. Ángel Herrera Oria, Presidente Nacional de Acción Católica.

El 23 de junio de 1935 se celebró en Membrilla la Bendición y Jura de Banderas de las Juventudes Católicas y él, como presidente, pronunció el discurso presentando la Acción Católica como “La participación de los seglares en el apostolado jerárquico de la Iglesia”, y describiendo los males gravísimos de la sociedad de su tiempo:” minada en sus cimientos por el arriate [sic] demoledor de la ignorancia religiosa, las costumbres depravadas, las inmoralidades públicas, la falta de respeto a los padres y autoridades, los gritos de rebeldía que surgen por doquier, y sobre todo, por la apostasía del laicismo llamado por Pío XI “la peste de la edad moderna”, causa principal por la que sería encarcelado al año siguiente.

Debido a sus virtudes humanas y cristianas, así como al aprovechamiento en sus estudios fue designado Propagandista de Acción Católica. En el verano del 1936, al terminar el curso tenía que marchar de “propagandista” al extranjero, pero como empezó la guerra civil, volvió a Membrilla con su madre y sus hermanos y continuó trabajando intensamente en la promoción humana y cristiana de la juventud hasta que iniciada la guerra civil fue el primero de los jóvenes de Acción Católica que encarcelaron, junto con su hermano Andrés. En el tiempo que permaneció en la prisión, diariamente rezaba el Santo Rosario, sin importarle lo que pudieran hacerle, e invitaba a los compañeros de prisión a unirse a él.

En la noche del 19 al 20 de noviembre del 1936 poco antes de que lo sacaran de la cárcel para matarlo, recogió sus escasas pertenencias en una caja: una silla, sus gafas y junto con el rosario hizo entrega de ellas a un compañero de celda para que las hiciera llegar a su madre.

David conservó una gran calma y tranquilidad en todo momento animando a sus compañeros a confiar en Dios y en su voluntad. Maniatado junto con otros inocentes, en las tapias del cementerio de Membrilla, entregó su vida a Dios.