Roldán Fernández, Joaquín

  

JOAQUÍN ROLDÁN FERNÁNDEZ

Cura de Miguelturra
Joaquín Roldán Fernández nació el 26 de julio de 1868 en Miguelturra (Ciudad Real) y bautizado a los pocos días en esta localidad; fueron sus padres Hermenegildo y Ramona, vecinos de Miguelturra. Cursa los Estudios Eclesiásticos en el Seminario de Ciudad Real y ordenado de Presbítero celebró su primera Misa el 18 de marzo de 1892 en su pueblo natal. Ejerció el ministerio sacerdotal en las Parroquias de El Hoyo, Solana del Pino; Coadjutorías de Puertollano y Valdepeñas y Párroco de Argamasilla de Calatrava. Culmina su larga vida de ministerio como Párroco en la Asunción de Puertollano.

Don Joaquín es recordado, entre otras cosas, por la gesta memorable del 29 de junio de 1930 por la que el Sagrado Corazón de Jesús en actitud de bendecir, fue entronizado en lo alto de la gran torre de la Iglesia Parroquial para atraer las miradas y afectos de todos los fieles de la populosa urbe minera de Puertollano, como rey de gracia y de misericordia. Imagen que es divisada desde todos los accesos a Puertollano por cuantos llegan a esta ciudad industrial; y por el Comedor de Caridad que fundara en la ermita de la Soledad para dar de comer a los pobres.

A los tres años de la entronización del Sagrado Corazón, en agosto de 1933 deja la parroquia por motivos de salud y marcha en plan de reposo y bien ganado descanso a Canarias donde un sobrino ejercía como médico. Recuperado de su enfermedad y al quedar vacante la Parroquia de Miguelturra su pueblo natal, en abril del 1936, por muerte de don Patrocinio Gómez pide al señor Obispo hacerse cargo de la Parroquia y el 27 de mayo ya está al frente de dicha parroquia. Aquí encontró la muerte, a dos pasos del pueblo, en el lugar conocido por el "Terrero". Antes perdonó y bendijo a sus verdugos, como ellos mismos confesaron después. En la actualidad viven algunos testigos, jóvenes de entonces que presenciaron la detención y muerte de don Joaquín. Alberto Martín Castellanos y Antonio Martín Sánchez y otros chicos de su misma edad, de unos 12 años, estaban jugando a pelotearse en un callejón cerca de donde iba a consumarse el martirio, el "Terrero". “Aquella tarde había llovido –cuentan - éramos trilladores y por las tormentas no fuimos a trillar. Yo tiré la pelota y fue a dar a la pared de enfrente. Cuando fui a por ella y me agaché, me vi sorprendido por un hombre armado con escopeta, que me dio un cogotazo y me dijo que me apartara de allí. Entonces es cuando vi a don Joaquín, vestido de sacerdote, con sotana y bonete, marchando entre 15 ó 20 hombres armados con escopetas y leyendo un libro, que tenía entre las manos. Caminaba muy despacito y sereno….Parece que iba rezando.

Al volver la esquina lo mataron. Oímos la descarga de tiros y nos asustamos. Los chicos salimos corriendo hasta la cercana ermita de San Antonio. No lo mataron por ideas políticas, sino por ser sacerdote, por su fe. El cuerpo no lo encontraron. Parece ser que lo enterraron en una fosa común, junto a los frailes dominicos de Almagro y otros muertos de Carrión. Al final de la guerra, registraron esa fosa; pero nadie identificó ningún cuerpo como el de don Joaquín”. El acta de defunción, dice: “falleció en esta localidad el día tres de septiembre de mil novecientos treinta y seis a las veintiuna horas, a consecuencia de asesinato por los rojos”.