Rodríguez De Guzmán y Carranza, Francisco

  

FRANCISCO RODRÍGUEZ DE GUZMÁN Y CARRANZA

Coadjutor de Santa María de Daimiel
Nacido en Daimiel el 9 de febrero de 1883 fue bautizado en la Parroquia de Santa María La Mayor el 11 de febrero por don Juan Ramón Cejuela, cura teniente de dicha parroquia y se le inscribió con los nombres de Francisco Jesús Alejandro; hijo de Saturnino y Paulina. Inicia sus estudios en el Colegio de Getafe con los PP. Escolapios, continuando después los estudios eclesiásticos en el seminario de Ciudad Real hasta terminar. Es ordenado de Presbítero en las Témporas de S. Mateo del año 1909 y canta su primera Misa en la Parroquia de Santa María el 29 de septiembre de 1909.

Los primeros pasos como sacerdote los recorre como coadjutor ayudando a don José María Rodríguez de Guzmán, su tío, de avanzada edad y enfermo. Así permanece en Daimiel hasta que en mayo de 1917 pasa como coadjutor a Argamasilla de Alba, de donde en 1922 es trasladado a Torralba y muy pocos meses después a Santa Cruz de Mudela. Y, finalmente es nombrado coadjutor de Santa María de Daimiel, el año 1926, y en este cargo permanece hasta su muerte el 22 de agosto de 1936.

Por dos veces fue encarcelado; ninguna de las personas que llevaron a cabo la detención viven en la actualidad; la primera vez fue apresado en su domicilio el 11 de agosto de 1936 y conducido al Ayuntamiento. La segunda el 22 de agosto del mismo año y es llevado al convento de las Mínimas convertido en cárcel y esa misma noche es asesinado. Los restos reposan en el Valle de los Caídos.

Antes de morir deja una carta a sus familiares, que conserva Paulina González de la Aleja Rodríguez de Guzmán, sobrina carnal (vive actualmente). En dicha carta perdona a sus verdugos y anima a sus familiares a seguir constantes en la fe católica y en el amor a Dios y a la Virgen de las Cruces por los que él moría. Quienes conocieron a don Francisco consideran plenamente fundamentada la fama de martirio por haber sido testigos de su vida de entrega a Dios, a su vocación y a su familia, así como de su muerte, de su perdón y del amor a Dios y María santísima de las Cruces.