Perucho Granero, Especioso


ESPECIOSO PERUCHO GRANERO

Coadjutor de Campo de Criptana
Especioso Francisco Perucho y Granero nació el día 6 de noviembre de 1890 en Campo de Criptana (Ciudad Real), de familia acomodada, noble ascendencia y muy cristiana. Hijo de Andrés Perucho y López Gascón, de profesión comerciante; y de María del Rosario Granero y Pulpón, naturales y vecinos de dicha ciudad. Vivió en la calle Miguel de Cervantes nº 1 y desde pequeño mostró deseos de ser sacerdote, si bien, en principio estudió Magisterio, carrera que simultaneó con los estudios eclesiásticos, cursados en el Seminario de Ciudad Real. Ordenado sacerdote en Segovia junto a D. Miguel Ruiz Pérez y D. Eduardo de Dios Villacañas el día 19 de octubre de 1914; cantó la primera Misa en su pueblo natal y es destinado como maestro a La Solana (Ciudad Real) para que regentara las escuelas que a cargo del “Legado Bustillo” se fundaron en esa localidad en beneficio de los obreros y pobres.

Delicado de salud se reintegró a su pueblo natal y hogar familiar y es nombrado Párroco de la entonces pedanía de Arenales de San Gregorio desarrollando una intensa labor ministerial. Nombrado Coadjutor de Campo de Criptana desarrolló en ésta una intensa actividad como predicador, atención a los pobres, a través de la Conferencia de San Vicente de Paúl de la que fue un entusiasta impulsor y era muy querido de los niños a los que recibía y atendía constantemente.

En los días precedentes a la triste guerra civil y con ocasión de que las autoridades del pueblo prohibieron la traída de la imagen de la Virgen de Criptana al pueblo, como era tradición desde tiempo inmemorial, viendo el cariz que tomaban las cosas y que algunos concurrentes al santuario querían traerla al pueblo a toda costa, se apresuró él, para evitar males mayores, acompañado de algunos, a solicitar el permiso de las autoridades y éstas lejos de otorgar el permiso para trasladar la imagen acusó a D. Especioso de “sedicioso”, quedando por unas horas detenido y puesto en libertad.

Finalmente, el 20 de julio de 1936, al regreso de celebrar su última Misa es detenido de nuevo y conducido con los brazos en alto hasta la cárcel, en la que permaneció hasta el día 19 de agosto de 1936 que fue asesinado. En la cárcel fue objeto de los mayores vejámenes hasta el punto de que mofándose de la fama de escrupuloso le hacían coger con las manos los excrementos de los retretes para que los vaciase en un cubo.

En las declaraciones, efectuadas ante el Juez en Campo de Criptana el día 19 de enero de 1941, coinciden los declarantes en decir: “Don Especioso Perucho fue uno de los primeros detenidos de esta localidad, siendo maltratado desde el momento de su detención, abofeteándole los milicianos cuando le conducían a la prisión en plena plaza, escarneciéndole públicamente. En la cárcel se le obligaba a hacer trabajos denigrantes, entre insultos y golpes fue sacado de la prisión en la noche del 18 al 19 de agosto de 1936, con otros diez cautivos, y conducido a la carretera de Pedro Muñoz, pasado el cementerio…en donde le asesino el miliciano (nombre del asesino), disparándole varios tiros, primero desde lejos y después a quemarropa. Al ser recogido el cadáver tenía quemada la ropa en la parte del bajo vientre”(A.H.N. Causa General).

Murió perdonando a sus enemigos a quienes pidió le dejasen unos momentos para prepararse a morir. En las primeras horas del 19 de agosto de 1936, con don Antonio Moraleda González, don Manuel - Antonio Muñoz Pedrero y otros seglares, entre ellos Celedonio Cedenilla Fernández, organista de la Parroquia, don Especioso fue asesinado en la carretera de Pedro Muñoz y los restos descansan en el Cementerio de Campo de Criptana. Considerado mártir desde el principio, permanece en la actualidad dicha fama de martirio.