Cabañero y Cabañero, Jaime Eusebio


JAIME EUSEBIO CABAÑERO Y CABAÑERO

Coadjutor de Puertollano
Nace en Puertollano (Ciudad Real), el día 5 de marzo del año 1873, y bautizado en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción el día 6 del mismo mes, por don Feliciano Mendez, inscrito con los nombres de Joaquín Eusebio. Hijo de Juan Bernabé Cabañero y Pascuala Cabañero. Su infancia transcurre en la calle de las Cruces, n. 1, en un ambiente cristiano y de sencillez, a pesar de su buena posición económica; el padre era propietario de bienes rústicos. Habitaba una casa de su propiedad situada en lugar céntrico y se veía siempre frecuentada de pobres

Cursa los estudios eclesiásticos en el Seminario de Ciudad Real y es ordenado sacerdote en 1897 por el Excmo. Sr.D. José María Rancés Villanueva. Su ministerio sacerdotal estuvo consagrado siempre a la ciudad minera, donde pasó toda su vida haciendo el bien, metido siempre en la parroquia, como en guardia perenne de celo y apostolado, respetado y admirado de todos. El 26 de julio de 1936, al día siguiente de la fiesta del Apóstol Santiago, fue obligado a salir de su casa a la que no volvería. Llevaba puesta su sotana, consciente de que iba a la muerte

Lo pasearon, en medio de golpes e insultos y amenazas, a lo largo del céntrico Paseo de San Gregorio, hasta la ermita, ya incendiada y devastada de la Virgen de Gracia, Patrona de Puertollano. Una vez allí, dijo: "Vais a matarme… Pues yo os ruego que sea aquí, cabe las ruinas y a la puerta de la Virgen de Gracia". Le dieron muerte en el sitio conocido por “las Pocitas” extramuros de la ciudad, de rodillas, con el breviario en la mano y manifestando su amor a la Virgen. A las quince horas y treinta minutos del día 26 de julio de 1936 caía asesinado el segundo de los sacerdotes en la diócesis de Ciudad Real. Sus restos reposan en un nicho familiar en el cementerio de Puertollano.

D. Jaime ha sido y es considerado como un sacerdote muy fiel, caritativo, sencillo y su muerte sólo motivada por ser sacerdote. Desde la Prisión Preventiva de Almodóvar del Campo el Párroco de Puertollano, D. Enrique García Mateos Aparicio escribía a D. Gaspar Naranjo Molina, coadjutor de Puertollano librado milagrosamente de la muerte, refiriéndose a la muerte de D. Jaime: “…Ya sabe UD. lo del pobre compañero D. Jaime. ¡Que él interceda por nosotros desde el Cielo, en donde estará seguramente gozando el premio de sus virtudes y de su martirio!”.