Borrell Dolz, Vicente


VICENTE BORRELL DOLZ

Párroco de Tomelloso
Vicente Borrell Dolz nace en Valencia el día 22 de enero del año 1876. Su infancia transcurre en un clima austero de familia numerosa, cinco hermanos. Inicia los estudios eclesiásticos en Valencia, y cuando su familia se traslada a Valdepeñas (Ciudad Real) continúa y finaliza brillantemente su formación sacerdotal en el seminario de Ciudad Real. Huérfano de padre, la madre debe atender con mil esfuerzos a sus cinco hijos, el mayor de los cuales es el seminarista. Vicente, ordenado Sacerdote en las Temporas de Adviento del año 1900 por el Excmo. Sr. D. Casimiro Piñera Naredo, obispo de Dora y Prior de las Órdenes Militares, se convierte en el padre de sus hermanos y consuelo de su anciana madre.

Ejerce el ministerio sacerdotal como coadjutor en Valdepeñas y, vacante la Parroquia de Tomelloso participa en el concurso del año 1913, obtiene la Parroquia de Tomelloso en propiedad y permanece durante 30 años ininterrumpidos en Tomelloso, hasta su muerte. Fue uno de los ocho Párrocos consultores que asesoraban al Sr. Obispo en el gobierno de la Diócesis.

El asesinato de D. Vicente Borrell, el día 16 de agosto de 1936, es uno de los hechos que más se recuerdan todavía en Tomelloso, quizás por la significación de la víctima, por la forma en que ocurrieron los hechos y por la cantidad de personas que, directa o indirectamente, participaron en el mismo. D. Vicente Borrell en años anteriores había tenido problemas que le enfrentaron con el ayuntamiento republicano que pretendía derrumbar una parte de la iglesia parroquial, el “pretil” para ampliar una calle y el párroco se opone.

A este enfrentamiento un acontecimiento desafortunado vino a enturbiar más las relaciones entre el párroco, autoridades y parte de los vecinos: el asunto de “El Pichele”. Un joven, al que apodaban así, dirigió un anónimo al párroco exigiendo una determinada cantidad de dinero. El párroco pone en conocimiento del chantaje recibido a la Guardia Civil que decidió tender una trampa al autor del anónimo y detenerle en el lugar donde D. Vicente debía depositar el dinero, cerca del cementerio.

Cuando el estafador- “El Pichele”- fue a recoger la cantidad exigida, se encontró con la Guardia Civil que le dio el alto sin obedecer intentando escapar. La guardia civil disparó y el “chantajista” herido de gravedad moría unos días después. El pueblo nunca perdonó al párroco la denuncia del anónimo a la Guardia Civil y la muerte de este joven. El carácter de venganza colectiva que tiene esta muerte parece demasiado evidente. Acaeció la revolución y el cura fue detenido. Una entrega de dinero a los dirigentes, le libró del primer encuentro. Huyó de la población y de nuevo fue atrapado, en dramáticas circunstancias. Ya encarcelado, fue humillado, maltratado y herido. El “populacho” apareció y el suplicio del sacerdote inició su ascensión, ya inevitable. Desde la prisión siguió por su calle de amargura, seguido de su anciana madre, implorando misericordia. Aquella multitud sintió la embriaguez de sangre y acaso no faltó quien dejara de mancharse con la del desgraciado anciano. Más de ochenta heridas le fueron contadas en su cuerpo despedazado y las entrañas esparcidas por el suelo. En las paredes del cementerio fue martirizado cruelmente y entregó su vida El 16 de agosto de 1936.

Al finalizar la guerra civil sus restos fueron trasladados a la parroquia. El relato del asesinato de D. Vicente coincide a grandes rasgos con el que hizo, pocos años después de los acontecimientos, la propia hermana del asesinado, Pilar Borrell (Cf. Francisco J. Navarro Ruiz.: La Segunda República y la Guerra Civil en Tomelloso (1930-1940) B.A.M, Ciudad Real, 2000, pp.182-187). Finalizada la Guerra Civil, los restos mortales fueron trasladados a la Iglesia Parroquial e inhumados en el Presbiterio.