Alday, P. Laurencio

  

P. LAURENCIO ALDAY

Comunidad de Alcázar de San Juan (Ciudad Real)

El P. Laurencio Alday de la Torre nació en Medina de Pomar (Burgos) el 6 de enero de 1905. Sus padres fueron Aurelio y Elvira. Ingresó en el seminario menor franciscano de Belmonte (Cuenca) en 1915, en donde cursó tres años de humanidades. El cuarto lo estudió en el de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) al ser trasladado a esa localidad el seminario de Belmonte en 1919.

Tomó el hábito franciscano el 1 de septiembre de 1920 en el convento de Arenas de San Pedro (Ávila), en donde hizo su profesión temporal el 2 de septiembre de 1921. Cursó el trienio filosófico en el de Pastrana (Guadalajara). Los cuatro años de teología los estudió en el de Consuegra (Toledo) de 1924 a 1928. En este convento hizo su profesión solemne el 7 de enero de 1926. Fue ordenado de sacerdote el 2 de junio de 1928.

Ese mismo año fue destinado al seminario menor de Alcázar de San Juan como profesor. De 1929 a 1933 estudió música en el conservatorio de Madrid. En 1933 fue destinado al convento de Consuegra como director del coro del teologado. Tuvo a su cargo la Juventud Antoniana y las secciones de apostolado que llevaba anejas. En 1935 fue destinado a Alcázar de San Juan, en donde prosiguió con las mismas tareas que en Consuegra. Tenía un carácter decidido y fuerte, con tendencia a dominar. Ya siendo estudiante profeso, mostró su buena capacidad y sus cualidades especiales para la música. Trabajó en el apostolado sacerdotal con entusiasmo, entrega y abundantes frutos entre la juventud.

Cuando empezó la guerra civil española, se encontraba predicando, fuera de Alcázar. Al llegar a ésta, en la noche del 20 de julio y dirigirse al convento, lo encontró rodeado por gente del pueblo. Se dirigió entonces a casa de una familia. Al poco, llegaron dos milicianos y le registraron el maletín, descubriendo en éste el hábito franciscano. No mucho después, llegaron otros dos milicianos diciendo. “Aquí hay un fraile escondido. Venimos por él para que preste una declaración”. Se lo llevaron al Ayuntamiento. Le tomaron declaración y él confesó que era franciscano. Después lo llevaron a la cárcel. Desde el Ayuntamiento quisieron sacarlo de la cárcel y llevarlo con los demás religiosos detenidos en la ermita, sin duda para matarlo esa noche con ellos.

En la madrugada del 9 de agosto, sacaron a 46 presos de la cárcel, entre ellos al P. Laurencio Alday, y los llevaron en tren a Ciudad Real. Llevados a la cárcel los siete presos comunes, el P. Alday y los otros treinta y ocho fueron fusilados cerca de la estación de ferrocarril en Ciudad Real, no mucho después de las tres de la madrugada del 9 de agosto de 1936. El P. Alday exhortó a sus compañeros a morir por Dios, les dio la absolución y entonó el Te Deum cuando empezaban a fusilarlos. Los asesinos dijeron después: “¡Pero serían [tales y cuales]..., que cuando los iban a matar todavía creían en Dios!”. Los cadáveres fueron enterrados en el cementerio de la localidad. El presunto cadáver del P. Alday fue trasladado al cementerio de Alcázar de San Juan y posteriormente a la iglesia del convento franciscano de esa localidad.