Requena Fernández, José


JOSÉ REQUENA FERNÁNDEZ

Ecónomo de Alcalá de Júcar
Nació en Hellín (Albacete) el 26 de febrero de 1886. Realizó sus estudios eclesiásticos en el Seminario de San Fulgencio de Murcia. Ordenado presbítero, realizó su trabajo en diferentes parroquias, sin duda, fue en el pueblo de Férez (Albacete), en el que desarrolló su actividad pastoral por quince años donde más se le recuerda. En 1935 es nombrado ecónomo de Alcalá del Júcar (Albacete). Para entonces, por testimonio de su sobrina, su salud estaba francamente resquebrajada por problemas de estómago. Aunque se esforzó por continuar con su labor apostólica fue bastante difícil, pues unido a los problemas de salud estaba el ambiente prerrevolucionario que ya se vivía en aquel momento. Su sobrina Rosario refirió en muchas ocasiones las continuas vejaciones de que fueron objeto: insultos, amenazas de toda índole, hurtos domésticos y provocaciones que él soportó pacientemente gracias a su inquebrantable fe. A principio de 1936, al año escaso de su nombramiento, la enfermedad que le aquejaba le obligó a retirarse a su pueblo natal. Allí ayudó como pudo a sus compañeros en las tareas parroquiales, especialmente en el Santuario de la Virgen del Rosario, patrona de Hellín.

Iniciada la guerra, Don José permaneció en casa de sus familiares, a pesar de que el rumbo que tomaban los acontecimientos (los asesinatos de otros compañeros sacerdotes y las advertencias de gentes de bien para él y su familia) le hacían presagiar lo peor. Fueron semanas especialmente duras para él, ya que su madre y sus hermanas le instaban continuamente a que abandonase el pueblo para refugiarse en las aldeas vecinas donde tenía otros familiares. Él, que sin duda tenía plenamente asumida la idea y la realidad del martirio, se negó en redondo a escucharlas, y a lo más que se avino fue a que su anciana madre le preparara un traje de paisano para utilizarlo en caso de tener que ponerse a salvo. Respecto a esto, se refiere que un día de agosto afirmó ante alguien que acudió a visitarles: Aquí estamos, Doña Encarna, para lo que Dios nos mande. Pero pierda cuidado, añadió para tranquilizarla.

No estoy seguro de que Nuestro Señor me permita el privilegio de hacerme acreedor del coro de los mártires. En realidad estaba anunciando su propia sentencia de muerte. José RequenaEl 21 de agosto, un grupo de milicianos irrumpía violentamente en su domicilio y, so pretexto de que tenía que presentarse en la Comisaría para someterse a un interrogatorio urgente, se lo llevaron sin tan siquiera permitirle adecentarse mínimamente. De nada valieron las súplicas de su anciana madre ni las de la hermana que, lógicamente, se temían lo peor. Lo montaron en una furgoneta y se lo llevaron carretera de las Peñas adelante, para asesinarlo minutos después, en el kilómetro 6 de dicha carretera. Los mismos milicianos comentaron los últimos momentos del sacerdote. Al pasar frente a la Capilla del Calvario, exclamó: Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu. Aquellas palabras, lejos de conmover a ningún miliciano, provocaron su ira, y uno de ello descargó sobre su mandíbula un culatazo que se la destrozó casi por completo. Él, entonces, musitó: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. El sitio exacto del asesinato fue la Cañada de los Pozos en el término de Hellín (Albacete). Allí le exigieron gritar: ¡Viva la República! A lo que él contestó: ¡Viva Cristo Rey en el cielo y en la tierra!