Herrero Alcaraz, José María


JOSÉ MARÍA HERRERO ALCARAZ

Rector de La Felipa
Nació el 21 de abril de 1901 en Alborea (Albacete). Cursada la carrera eclesiástica con la máxima brillantez en el Seminario Diocesano de Murcia, recibió el presbiterado en las Témporas de Trinidad de 1926. Además estudió la carrera de Derecho en Valencia. Después de varios nombramientos, cuando comienza la guerra civil, le encontramos ejerciendo el ministerio como rector de La Felipa (Albacete), que atendía desde la capital por la proximidad existente. Además alternaba el ministerio con el ejercicio de la enseñanza.

El 25 de julio de 1936, fracasada la sublevación en Albacete capital, Don José María procuró alejarse del peligro, trasladándose con el sacerdote Don Tomás Lucas, al pueblo de Minaya, donde pensaban que estarían más seguros. Se ignora por qué motivos sólo permaneció dos días en este pueblo, al cabo de los cuales emprendía de nuevo regreso a Albacete por ferrocarril. Según la versión de sus familiares huyó de Albacete en un autobús de línea y al pedirle la documentación se dieron cuenta que era un sacerdote y le retuvieron provisionalmente en prisión. El caso es que Don José María terminó detenido y lo condujeron a la cárcel de La Roda.

Finalmente, la tarde del 13 de agosto se presentaron en la parroquia-prisión de La Roda, cuatro individuos de las milicias Nacionales para trasladar a Don José María Herrero y al coadjutor de La Roda, Don José Collado. Les dijeron que los llevaban a Albacete a prestar declaración. Pero a 2 kilómetros de La Roda (Albacete), en la carretera de Albacete, les hicieron apearse, diciéndoles que si corrían, podrían salvarse. Pero Don José María contestó con dignidad y valentía de hombre y sacerdote: Puesto que me vais a matar, podéis hacerlo cuando queráis; estoy ya preparado. En el mismo instante dos puñaladas en el pecho y varios tiros en la cabeza y en otras partes del cuerpo acabaron con su vida. No podemos obviar que el hermano de Don José María, Luis Herrero, era el Jefe de Falange de Albacete y que había sido asesinado el 26 de julio de 1936; tal vez esto provocó el ensañamiento. A vista de lo cual, Don José, horrorizado por el crimen echó a correr, siendo alcanzado por las balas de los milicianos, que lo dejaron moribundo en la carretera. No permitieron que nadie se le acercara para prestarle auxilio, hasta que expiró.