López López, Joaquín
JOAQUÍN LÓPEZ LÓPEZ
Coadjutor de la parroquia de la Asunción en Almansa
Natural de Almansa (Albacete), Don Joaquín nació el 26 de diciembre de 1901. Estudió en el Seminario de San Fulgencio de Murcia, siendo ordenado en junio de 1928. Después de varios nombramientos, desde 1932, ejerce el ministerio como coadjutor de la parroquia de la Asunción en Almansa (Albacete) y atendiendo el Santuario de la Santísima Virgen de Belén. Sorprende que siendo tan joven fuera una de sus principales actividades el apostolado de la dirección espiritual.
Comenzada la guerra fue detenido el 25 de julio de 1936. Permaneció encarcelado hasta el 6 de octubre, y hubo de pasar desde el 8 de agosto por el penoso trance de ver sacar con harta frecuencia un grupo de compañeros para ser conducidos al paredón. Tenía conciencia que en una de esas listas, muy pronto, iba a figurar él mismo. En efecto, su nombre fue voceado para integrar la expedición del 6 de octubre, en la que también iba el sacerdote Don Antonio Cuenca Trinchant y cuatro seglares más.
Sucedió que, en preciso momento de salir por la puerta de la prisión, Don Joaquín oyó blasfemar a un miliciano, y reaccionó gritando ¡Viva Cristo Rey! Sin mediar palabra el miliciano le disparo a bocajarro un tiro que le atraviesa los labios y la lengua, diciéndole: - ¡Para que te calles! Un sacerdote de Almansa, testigo de lo sucedido, por estar también en prisión, asegura que su compañero no murió inmediatamente, sino que, herido y desangrándose, fue arrastrado al vehículo y conducido en Almansa (Albacete) a la carretera de Alpera, donde todos encontraron la muerte. Era el 6 de octubre de 1936.
Comenzada la guerra fue detenido el 25 de julio de 1936. Permaneció encarcelado hasta el 6 de octubre, y hubo de pasar desde el 8 de agosto por el penoso trance de ver sacar con harta frecuencia un grupo de compañeros para ser conducidos al paredón. Tenía conciencia que en una de esas listas, muy pronto, iba a figurar él mismo. En efecto, su nombre fue voceado para integrar la expedición del 6 de octubre, en la que también iba el sacerdote Don Antonio Cuenca Trinchant y cuatro seglares más.
Sucedió que, en preciso momento de salir por la puerta de la prisión, Don Joaquín oyó blasfemar a un miliciano, y reaccionó gritando ¡Viva Cristo Rey! Sin mediar palabra el miliciano le disparo a bocajarro un tiro que le atraviesa los labios y la lengua, diciéndole: - ¡Para que te calles! Un sacerdote de Almansa, testigo de lo sucedido, por estar también en prisión, asegura que su compañero no murió inmediatamente, sino que, herido y desangrándose, fue arrastrado al vehículo y conducido en Almansa (Albacete) a la carretera de Alpera, donde todos encontraron la muerte. Era el 6 de octubre de 1936.