Requejo San Román, Antonio


ANTONIO REQUEJO SAN ROMÁN

Licenciado en Derecho y Congregante de “los Luises”
Antiguamente las partidas de bautismo no se ceñían a remitir una serie de datos (nombres, apellidos, fechas y localizaciones Antonio Requejogeográficas) eran, muchas veces, auténticas narraciones de los hechos acaecidos en torno al nacimiento de la nueva criatura. Así, en el libro X del Archivo Parroquial de Nuestra Señora del Azogue de Puebla de Sanabria (Zamora) en la diócesis de Astorga, don Norberto Rodríguez García que ejerce de coadjutor nos informa que “el 27 de abril de 1907, puse los Santos Oleos y suplí las demás ceremonias del bautismo a un niño, a quien por causa de necesidad había bautizado en debida forma María Gallego Rodríguez vecina de esta vecindad. El niño nació a las once y media de la noche del 19 de abril de 1907. Le puse por nombre Antonio, José, Vicente, Expedito y es hijo legítimo del abogado don Jesús Requejo San Román y Doña Antonia San Román San Román, naturales y vecinos de esta Villa ésta, y aquel del Pueblo de Castro de Sanabria”.

Los padres de Antonio se casaron el año antes, el 5 de julio de 1906, en Puebla de Sanabria (Zamora); y el niño sería su única descendencia. Según nos dice “don Jesús Requejo llega a Madridejos como propietario de la plaza de Registrador de la Propiedad en 1924”. Para entonces Antonio ya ha cumplido 17 años. Un testigo afirma que Antonio era “un chico guapote, muy listo y muy bueno”. El recordatorio que por “sus mártires” doña Antonia San Román hace, tras finalizar la guerra en mayo de 1939, para los funerales en la parroquia natal de Puebla de Sanabria (Zamora) nos recuerda que su hijo Antonio tenía 29 años y que era Licenciado en Derecho. Además de Congregante de “los Luises”. La Congregación de Nuestra Señora del Buen Consejo y san Luis Gonzaga, llamada familiarmente de “Los Luises” dependía de la Compañía de Jesús.

El 11 de mayo de 1931 Madrid vive uno de los capítulos de la conocida quema de conventos por las turbas marxistas. Se comenzó incendiando el convento de los PP. Jesuitas en la calle de la Flor (los sacerdotes tuvieron que huir por los tejados ante las amenazas de muerte, insultos y golpes) y siguieron con el centro de enseñanza de Artes y Oficios de la calle de Areneros (dedicada a enseñar oficios a jóvenes humildes), el Colegio de Nuestra Señora de las Maravillas, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle), en la calle Bravo Murillo y otra escuela para niños de obreros; escuelas de salesianos y otros conventos y templos. En el asalto a la casa profesa de los Jesuitas de la calle de la Flor, se perdió en las llamas su biblioteca, que era considerada la segunda de España tras la Biblioteca Nacional, y que contaba con 80.000 volúmenes que incluían ediciones príncipe de Lope de Vega, Quevedo o Calderón. Ardió a las 13.00 la iglesia de Santa Teresa (plaza de España), y a las media hora el Instituto Católico de Artes e Industrias (ICAI) de la calle de Alberto Aguilera, perdiéndose su biblioteca (20.000 volúmenes con obras únicas).

A principios del año siguiente, por decreto del 23 de enero de 1932, la Segunda República Española disuelve la Compañía de Jesús en España y se incauta de todos sus bienes. En ese momento había en España 2.987 jesuitas que atendían 40 residencias, ocho universidades y centros superiores, 21 colegios de Segunda Enseñanza, tres colegios máximos -para la formación de sus miembros-, seis noviciados, dos observatorios astronómicos, cinco casas de ejercicios espirituales y 163 escuelas de Enseñanza Primaria o Profesional. Unos 6.800 alumnos en todo el país recibían la educación de la Compañía. El joven Antonio Requejo era uno de los 900 “luises” que forman parte de la Congregación de Nuestra Señora del Buen Consejo y san Luis Gonzaga, conocida como Congregación Mariana Universitaria, y que tenía su sede en la calle Zorrilla. Como recoge el padre López Pego en su obra “La Congregación de “Los Luises” de Madrid” (Bilbao 1999) la actividad dirigida por las Padres en todos los campos (vida espiritual, formación, academias, deportes, actividades culturales…) era impresionante, convirtiendo a los jóvenes universitarios en auténticos apóstoles.

La Residencia de los Padres de la Calle Zorrilla fue incautada el 6 de febrero de 1932 por las autoridades republicanas. De modo que, al ser expulsados los jesuitas de la Residencia de Zorrilla y también los congregantes de sus locales, por otro decreto especial, los congregantes tuvieron que adaptarse a una vida de clandestinidad, marcada por una pobreza de medios, en la que se siguió trabajando a pleno ritmo. El 11 de mayo de 1931, don Jesús Requejo, padre de Antonio, publicaba un ensayo que lleva por título: “De la Revolución española. Los Jesuitas”, narrando lo acontecido y en defensa de la Compañía de Jesús. En el primer semestre de 1936, ya Licenciado en Derecho, el joven abogado Antonio Requejo se encuentra preparando las oposiciones a notario. La familia vivía a caballo entre Madrid y Madridejos (Toledo). El domicilio familiar de los Requejo estaba en el nº 103 de la madrileña calle de Hermosilla. Tras las elecciones de febrero Don Jesús Requejo fue elegido Diputado en las Cortes españolas por el partido de la Comunión Tradicionalista durante la Segunda República. Como ya informamos su trabajo en las Cortes nos hace descubrir en sus intervenciones a un valiente defensor de la Iglesia y de los derechos del hombre, únicos motivos que le impulsaron a presentarse como candidato en aquellas últimas elecciones.

Doña María de la Osa, que junto a su madre estaban encargadas del cuidado de la casa de la familia Requejo, recuerda perfectamente los sucesos de aquellos días: “Cuando Antonio cogió las vacaciones, estaba preparando las oposiciones a notario en Madrid, llamó a sus padres para decirles que él se iba desde allí a Puebla de Sanabria y que luego se reunieran con él, pero el padre le dijo que no, que se viniese a Madridejos y así iban todos juntos en su coche. Pero la fatalidad quiso que estando aquí el hijo estallara la guerra, y ya no pudieron marchar ninguno”. Tras llegar las fechas luctuosas de la guerra civil española, el 20 de julio de 1936, el párroco Don Prudencio Leblic Acevedo fue detenido arbitrariamente por milicianos frentepopulistas, sin mediar juicio, auto de prisión ni justificación alguna, salvo la de ser sacerdote. Compartió la prisión con otros detenidos, con buen ánimo y reconfortándoles hasta el último momento.

Finalmente, los últimos días del mes de julio Don Jesús fue encarcelado junto a su hijo Antonio. El ambiente estaba enrarecido, ya se oía que estaban encarcelando a la gente, que habían llegado a Madridejos milicianos de otros pueblos y una mañana se presentaron en casa de los Requejo, con fusiles y con relativa educación los invitaron a que los acompañasen a la cárcel. Don Samuel Santa Olalla Moreno-Cid, que trabajó con don Jesús asegura que invocó su inmunidad parlamentaria, pero no le sirvió de nada, tan sólo de mofa y desprecio. Sus enfrentamientos por defender a la Iglesia con Dolores Ibárruri, la famosa Pasionaria, le señalaban como víctima escogida. La cárcel estaba instalada en el antiguo convento de los franciscanos, conocido en el pueblo como San Francisco. “Nos dijeron que podíamos bajarles colchones y mantas, y así lo hicimos. Cuando llegamos con todo aquello, nos lo hicieron subir a una antigua cocina del edificio que sería la que ocupasen el tiempo que duró el encarcelamiento; y lo dejamos en el suelo”. La testigo, su madre y la esposa de Don Jesús Requejo acudían a la cárcel para atender a los presos, llevándoles el desayuno y la comida.

El 17 de agosto fue sacado de la prisión junto con otros once compañeros para ser fusilados fueron fusilados en El Congosto, junto al río Algodor, en el término de Los Yébenes (Toledo). En aquel lugar cayeron un centenar de personas entre sacerdotes, religiosos y laicos. D. Prudencio pidió a sus verdugos ser el último para dar la absolución a sus compañeros de martirio; murió bendiciendo y perdonando a sus asesinos. Fue enterrado en el cementerio de Los Yébenes y posteriormente sus restos fueron trasladados a la iglesia de Madridejos donde reposan.