Montero Cebeira, Antonio


ANTONIO MONTERO CEBEIRA

Acción Católica de Torrijos
El Cardenal Álvarez Martínez en una breve semblanza que dejó escrita sobre el Siervo de Dios afirma: "Antonio es una síntesis equilibrada de vida de piedad y de duros trabajos apostólicos y sociales en circunstancias muy difíciles, en las cuales supo dar testimonio público del Evangelio. Sus tres grandes amores - Dios, familia y patria - estructuraron su recia personalidad. Antonio nunca abdicó de vivir su catolicismo dentro de la índole secular de su compromiso evangélico, típico del fiel laico". Antonio que fue el quinto de ocho hermanos, nació el 3 de mayo de 1911 en Torrijos (Toledo). Su familia era de profundas convicciones y obras cristianas. Prácticamente toda la familia participaba en las asociaciones eucarísticas, tan propias de la parroquia de Torrijos, por su tradición e influjo imperecedero de la gran apóstol de la Eucaristía, que fue Doña Teresa Enríquez. De hecho Antonio ya militaba a los catorce años en la Organización juvenil de los Jueves Eucarísticos y poco después en la Adoración Nocturna. Su hermana Mª Lourdes afirma de él: "era muy inteligente, alegre, cordial, simpático, generoso, valiente, con gran sentido del humor, muy piadoso y apostólico, con ganas de ayudar a cualquiera en todo momento. Era el orgullo de nuestra familia..."

Hizo sus primeros estudios en el Colegio San Gil de Torrijos. Más tarde pasó al Colegio de los PP. Agustinos del Real Monasterio de El Escorial (Madrid). Continuó sus estudios secundarios en academias preparatorias para su ingreso en la Armada Española y en la Facultad de Derecho en Madrid. Bajo un exterior correcto, alegre y simpático, a veces aparentemente frío y razonador, ocultaba también un temperamento apasionado, volcánico, con sentimientos fuertes y tenaces. Desde muy joven había tenido novia. Formó parte del grupo de teatro juvenil. Era muy sociable y tenía muchos amigos con los que compartía su tiempo libre. Le gustaba mucho trabajar, superarse en la vida, y formar una familia como la de sus padres. Cuando llegó el año 1931, Antonio se encontraba en Madrid estudiando derecho en la Universidad, enseguida se decidió a entrar en la Juventud de la Acción Católica. Desde 1934 formará parte de los cuadros dirigentes de este movimiento, y a partir de esa fecha y hasta su muerte el 13 de agosto de 1936, su vida, su plena juventud, es una catarata de generosidad y entrega.

Realizó su servicio militar en Madrid, en el Cuerpo de Caballería. Siempre guardaría un gratificante recuerdo de su experiencia militar. Una vez acabados sus estudios de abogacía, se puso a trabajar con su padre. Fue un estrecho colaborador del párroco de Torrijos, el Beato Liberio González Nombela. La parroquia fue para Antonio Montero su hogar espiritual en donde se formó, se alimentó y creció su vida espiritual. Asume además un sinnúmero de compromisos apostólicos: catequesis de niños, de adultos, escuelas nocturnas, círculos de estudios, cursillos. Un testigo afirma: "Fui alumno de la escuela nocturna de adultos... tuve como profesor a Antonio Montero Cebeira, que además de trabajar con el grupo que le correspondió en la escuela, a los mejor dotados nos preparaba en su casa, con intención de promocionarnos humanamente para ocupar puestos de nuestro agrado. A mí me preparaba para guarda forestal". En la penúltima etapa de la vida de Antonio, comienzos de 1936, se mete de lleno con todo el Centro de Acción Católica de Torrijos a preparar la Peregrinación a Santiago de Compostela que a nivel nacional se quería celebrar en 1937 (luego no pudo celebrarse hasta el 28 de agosto de 1948). En la parroquia se organizó un Cursillo de Adelantados de Peregrinos, con un contenido doctrinal muy fuerte. Los jóvenes salieron entusiasmos y el ideal de santidad que ofrecían era asumido como el más rico don que Dios ofrecía a aquella juventud.

En marzo de 1936 se organiza una última tanda de Ejercicios Espirituales a nivel nacional, que junto a los preparativos de la Peregrinación a Santiago, sirven ya de preparación inmediata a muchos jóvenes para el martirio. El inicio de la fuerte persecución religiosa comenzó en Torrijos en febrero de 1936. Con la expulsión de Don Liberio que estaba al frente de la parroquia desde el año 1925. La tormenta se había desencadenado contra él y de rechazo contra todas sus obras y colaboradores. El 2 de marzo pedían ebrios y vociferantes por las calles del pueblo la cabeza del cura, renegando de la religión. También el Cardenal Álvarez Martínez en la breve semblanza que dejó escrita sobre nuestro mártir afirma: “Antonio participó de la gracia especialísima del martirio de Cristo en su plenitud en paralelismo absoluto a los dados por el maestro en la Cruz: traición de uno de sus alumnos, bofetada en la cárcel, perdón a sus verdugos, fusilado en las afueras… El honor del discípulo es parecerse en todo al Maestro y Antonio se acercó extraordinariamente a su imitación más perfecta. Jamás un mártir sería tal, si no ofreciera su vida en donación por Dios y los hermanos, tal y como lo hizo el Siervo de Dios a sus 25 años: Señor, mi vida por la salvación de ellos”.

Así concluyen los hechos. Durante el mes de agosto de 1936 - declara Mª Lourdes Montero Cebeira- “intervinieron el teléfono,correos y telégrafos. Vivíamos aislados, encerrados en las casas… Se había constituido un Comité que imponía una cruel tiranía. A su servicio estaban los milicianos ejecutores de sus órdenes y dueños de la calle, de las vidas y haciendas. Cerraron el Convento de las Concepcionistas, arrojando a las monjas a la calle. Finalmente el 11 de agosto el Comité comienza las primeras detenciones entre los colaboradores más íntimos del párroco y aquellos que destacaban por su preocupación en el campo de la enseñanza católica. Los primeros detenidos fueron Don Manuel Montero, padre de Antonio, y su hermano Don Jesús Montero. Al día siguiente hacia las seis de la tarde se llevaron al joven militante de Acción Católica. Todos fueron encerrados en el templo parroquial. Ningún testigo habla de que Antonio Montero fuera juzgado. No hubo tiempo para ello por la inmediatez del asesinato. Todos coinciden en que estuvo muy poco tiempo preso. Hacia las dos de la madrugada, del 13 de agosto, la plaza de la iglesia y las calles adyacentes quedaron completamente a oscuras. Pero la intuición de la madre de Antonio le lleva a escuchar el ruido de dos coches por la puerta más distante de la parroquia con relación a nuestra casa y afirma: “Se los llevan a matar”. Así fue, un familiar apareció a las ocho de la mañana confirmando los peores pronósticos: “Pero hermana, qué valiente Antonio. Antes de morir gritó: ¡Viva Cristo Rey!”.

El martirio tuvo lugar en el km. 18,300 de la carretera Toledo- Ávila, en el término municipal de Rielves (Toledo). Los testimonios recogidos son unánimes en afirmar que fue asesinado por el único delito de ser militante activo de la Acción Católica y colaborador cualificado del párroco. Para atestiguar esta fama de santidad tenemos una hermosa carta escrita el año 1947 a la madre de Antonio por la Abadesa del Monasterio de las Concepcionistas de Torrijos que tan cerca vivió esta persecución religiosa: “… bien puede y debe estar santamente contenta porque sabe ciertamente que su hijo murió como uno de tantos héroes cristianos que gozan del honor de los altares, y este honor, si conviene a la gloria de Dios, tendrá algún día y si no lo ostentara en la tierra lo disfruta sin duda en el cielo, desde el momento en que al grito de Viva Cristo Rey cayó gloriosamente su cuerpo en la tierra y su alma voló a recibir, por unos ratos de dolor una eternidad de gozo… No deje de mostrarse santamente orgullosa de tener un futuro San Antonio”.