Martín Fernández-Mazuecos, Manuel
MANUEL MARTÍN FERNÁNDEZ-MAZUECOS
Vicepresidente de la Acción Católica de Talavera de la Reina
Manuel había nacido en Talavera de la Reina en 1907 y desde muy pequeño fue educado por sus padres en el amor a Dios y a la Iglesia, formación que continúo con los Padres Salesianos que por entonces eran los que estaban al frente de la Fundación Santander. Hizo su primera comunión en la Capilla de los PP. Salesianos el 18 de abril de 1915.
En 1917 comenzó los estudios del Bachillerato distinguiéndose por su talento y memoria prodigiosa. Siguió después estudiando la carrera de Derecho, que cursó en Madrid, donde se licenció a los 19 años. Preparó más tarde, con ardor, las oposiciones de registrador de la Propiedad, pero el ambiente de aquellos tiempos de la República, completamente contrario a sus ideales, que ya defendía, le hizo desistir de sus propósitos. Finalmente regresó a su ciudad natal para establecerse en un modesto despacho de abogados que poco a poco fue acreditándose por su moralidad y su conciencia. Martín jugaba de portero en el Club Deportivo Talavera.
La sección juvenil de la Acción Católica fue el objeto preferente de sus desvelos. Entusiasta y tenaz propagandista de ella, tomó parte en muchos actos públicos en Torrijos, Mora de Toledo o Guadalajara… Nombrado vicepresidente de la Unión Diocesana de Toledo y Directivo del Centro de Talavera de la Reina, su entusiasmo por la Acción Católica le atrajo las iras y persecuciones de los enemigos de Cristo, por cuya causa tuvo el honor de ser encarcelado, antes del estallido de la guerra, en compañía de otros jóvenes católicos, después de un violento asalto al Centro de la Juventud Católica, donde él en unión de los demás directivos asumió toda la responsabilidad de lo que pudiera suceder y alentando a sus compañeros que como él iban a ser encarcelados, les decía: “Imitemos el ejemplo que nos dio nuestro Divino Maestro, que por nosotros sufrió y murió”, y en efecto, en medio de una chusma salvaje que los amenazaba y hasta incluso les agredía, fueron conducidos a la cárcel. Entonces puede decirse que comenzó su martirio.
Meses después, cuando el 21 de julio de 1936 los marxistas se apoderaron de la Ciudad de la Cerámica, ese mismo día fue encarcelado y llevado más tarde al Hospital, por una congestión cerebral que sufría. Recuperado sería devuelto a la cárcel. Los testigos declaran que una de sus hermanas, al ver los asesinatos que se estaban cometiendo y para prevenirle le habló con temor de lo que pudiera suceder, él con entereza contestó: “- No me prevengas de nada, pues estoy ya sobre ello. Siempre he puesto en práctica lo que en nuestro himno cantamos, “ser apóstol o mártir acaso”; lo primero tengo la satisfacción de haberlo cumplido y lo segundo, lo espero con alegría. Cúmplase la voluntad de Dios”. Allí mismo en la cárcel, no dejó un solo día de hacer sus ratos de meditación, su rezo del rosario y demás prácticas religiosas.
Tras un mes de cautiverio, donde sufrió toda clase de humillaciones y ensañamientos por parte de sus carceleros, el 21 de agosto de 1936, un mes después de ser detenido y encarcelado alcanzó la palma del martirio. Sucedió en Talavera de la Reina. La familia conserva el nº 7 de la publicación “Signo” que era el órgano de la Juventud de Acción Católica. Pertenece al mes de abril de 1937 (no hacía ni un año del estallido de la guerra civil y quedaba mucho tiempo para que llegase el final del conflicto), en las páginas centrales, aparece la foto de Manuel Martín en un apartado titulado “Las legiones de nuestros mártires”.
En 1917 comenzó los estudios del Bachillerato distinguiéndose por su talento y memoria prodigiosa. Siguió después estudiando la carrera de Derecho, que cursó en Madrid, donde se licenció a los 19 años. Preparó más tarde, con ardor, las oposiciones de registrador de la Propiedad, pero el ambiente de aquellos tiempos de la República, completamente contrario a sus ideales, que ya defendía, le hizo desistir de sus propósitos. Finalmente regresó a su ciudad natal para establecerse en un modesto despacho de abogados que poco a poco fue acreditándose por su moralidad y su conciencia. Martín jugaba de portero en el Club Deportivo Talavera.
La sección juvenil de la Acción Católica fue el objeto preferente de sus desvelos. Entusiasta y tenaz propagandista de ella, tomó parte en muchos actos públicos en Torrijos, Mora de Toledo o Guadalajara… Nombrado vicepresidente de la Unión Diocesana de Toledo y Directivo del Centro de Talavera de la Reina, su entusiasmo por la Acción Católica le atrajo las iras y persecuciones de los enemigos de Cristo, por cuya causa tuvo el honor de ser encarcelado, antes del estallido de la guerra, en compañía de otros jóvenes católicos, después de un violento asalto al Centro de la Juventud Católica, donde él en unión de los demás directivos asumió toda la responsabilidad de lo que pudiera suceder y alentando a sus compañeros que como él iban a ser encarcelados, les decía: “Imitemos el ejemplo que nos dio nuestro Divino Maestro, que por nosotros sufrió y murió”, y en efecto, en medio de una chusma salvaje que los amenazaba y hasta incluso les agredía, fueron conducidos a la cárcel. Entonces puede decirse que comenzó su martirio.
Meses después, cuando el 21 de julio de 1936 los marxistas se apoderaron de la Ciudad de la Cerámica, ese mismo día fue encarcelado y llevado más tarde al Hospital, por una congestión cerebral que sufría. Recuperado sería devuelto a la cárcel. Los testigos declaran que una de sus hermanas, al ver los asesinatos que se estaban cometiendo y para prevenirle le habló con temor de lo que pudiera suceder, él con entereza contestó: “- No me prevengas de nada, pues estoy ya sobre ello. Siempre he puesto en práctica lo que en nuestro himno cantamos, “ser apóstol o mártir acaso”; lo primero tengo la satisfacción de haberlo cumplido y lo segundo, lo espero con alegría. Cúmplase la voluntad de Dios”. Allí mismo en la cárcel, no dejó un solo día de hacer sus ratos de meditación, su rezo del rosario y demás prácticas religiosas.
Tras un mes de cautiverio, donde sufrió toda clase de humillaciones y ensañamientos por parte de sus carceleros, el 21 de agosto de 1936, un mes después de ser detenido y encarcelado alcanzó la palma del martirio. Sucedió en Talavera de la Reina. La familia conserva el nº 7 de la publicación “Signo” que era el órgano de la Juventud de Acción Católica. Pertenece al mes de abril de 1937 (no hacía ni un año del estallido de la guerra civil y quedaba mucho tiempo para que llegase el final del conflicto), en las páginas centrales, aparece la foto de Manuel Martín en un apartado titulado “Las legiones de nuestros mártires”.