Hijas Sánchez, Pedro


PEDRO HIJAS SÁNCHEZ

Estudiante de Farmacia y de la Acción Católica de Oropesa
Nació el 8 de marzo de 1903 en Oropesa (Toledo), por eso se le puso el nombre de Pedro Juan de Dios. Primero porque en dicha fecha se celebra al santo hospitalario y, en segundo lugar, porque aunque la tradición sitúa el nacimiento de San Juan de Dios en el país vecino de Portugal, se sabe que a la edad de ocho años se trasladó a España recalando en Oropesa (Toledo) en donde se dedicó al cuidado y pastoreo de ganado. Los padres de Pedro se llamaban Antonio y Águeda. Recibió las aguas del bautismo el 12 de marzo de 1903 en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Oropesa (Toledo). Confirmado el 28 de diciembre de 1929, en la misma Parroquia.

Cuando estalla la guerra civil le faltaba una asignatura para terminar la carrera de Farmacia, aunque ya ayudaba en la Oficina de Farmacia que su padre regía en Oropesa (Toledo). Los testigos le recuerdan entregándose a todos y aconsejando muy bien a sus clientes enfermos. Valía mucho profesionalmente y como persona, pero no se daba importancia. Era muy trabajador, llevaba prácticamente sólo la farmacia, dado que su padre era muy mayor. Respecto a su vida de piedad se sabe que era un hombre comprometido con su fe, practicaba con mucha asiduidad, y daba ejemplo en su pueblo, ya que no era lo normal que los jóvenes fueran a Misa. Siempre llevaba el escapulario de la Virgen del Carmen y acudía mucho a Ella. Como buen oropesano era muy devoto del Beato Alonso de Orozco. Estaba soltero y no tenía novia. Presidente de las juventudes de la CEDA de Oropesa, era también miembro de la Acción Católica.

Lo que sucedió durante el mes de junio de 1936 demuestra la valentía del Siervo de Dios, pues siempre iba con la verdad por delante, aunque esta manera de ser, le produjese problemas. Resulta que en el pueblo había un hombre llamado Octavio, de profesión veterinario, que siempre se manifestaba ante todos mostrando su anticlericalismo y su odio para con Dios, y estando en uno de los bares de la plaza del Ayuntamiento, ante un grupo grande de vecinos del pueblo, tiró un crucifijo al suelo, lo pisó y escupió, mientras decía: “-Dios no existe”. Todos los presentes callaron cobardemente, excepto Pedro que recogió el crucifijo del suelo, lo limpió y le dijo que no fuera tan cobarde, ofendiendo de ese modo a Dios. Este vecino, le dijo: “-Serás de los primeros en caer”.

Cuando estalló la guerra Oropesa quedó en zona republicana. Los milicianos, a cuyo frente estaba el tal Octavio comenzaron a detener a varias personas. Acordándose de las amenazas recibidas, Pedro para que no le cogieran se escondió durante unos días en la buhardilla de la casa de sus padres, que aparentemente estaba vacía. Pero a los pocos días, el 28 de julio, lo encontraron en la casa y se lo llevaron detenido al Ayuntamiento y luego a la cárcel del pueblo. No le hicieron juicio y le sacaron la madrugada del 30 de julio para matarlo. Antes de salir, le dijo a su mejor amigo Daniel Robledo, detenido también: “-Me llevan a matar”, y mientras se despedían, le dijo: “-Vete a ver a mi padre, si sales vivo, y dile que muero pensando en Dios y en él, y en mis hermanos”. Le hicieron subir a una furgoneta, junto a otros tres vecinos. Durante el trayecto iban rezando. A las afueras del pueblo, en la carretera hacia Madrid, en el Prado de los Álamos, les hicieron bajar, y los fueron matando. El se quitó las gafas y dijo: “-Prefiero morir sin ver nada, para poder rezar y no distraerme”.

A él le dieron 40 puñaladas y como no acababa de morir, le dispararon un tiro en la nuca y le arrancaron el escapulario del Carmen, pero él lo cogió entre sus manos. Murió rezando y perdonando. Mientras le daban las puñaladas, sus asesinos se reían ante sus sufrimientos físicos. Los cadáveres fueron encontrados en el término de Calera y Chozas (Toledo).