García-Verdugo Menoyo, José


JOSÉ GARCÍA-VERDUGO MENOYO

Abogado y cofundador de la Adoración Nocturna en Talavera de la Reina
Nació José en Sevilla el 17 de marzo de 1895 siendo bautizado en la Parroquia del Sagrario. A los pocos días de nacer, vino en unión de su familia a Talavera donde pasó los primeros años de su vida haciendo la primera Comunión y estudiando las primerasGarcía Verdugo letras. Muy niño aún, fue a vivir a Salamanca y allí afianzó más su educación cristiana, adquiriendo las costumbres y virtudes de su familia netamente católica. En Salamanca comenzó los estudios del Bachillerato, asistiendo ya a los cultos de los Luises. Trasladada la familia a Burgos, termina en esta ciudad el Grado, e ingresa en la Conferencia de S. Vicente de Paúl. Debido a un nuevo traslado de su padre, comienza en Zaragoza la Carrera de Derecho, definiéndose como literato y orador, pero poniendo siempre sus trabajos al servicio de Dios y de España. Siendo estudiante ingresa en la Adoración Nocturna, teniendo como mayor anhelo el poder llegar a reunir el centenar de vigilias para contarse entre los veteranos. No lo pudo conseguir. La muerte le llamó para acabar la guardia en la escolta de Honor que los Adoradores dan a Jesús en el cielo. Años después, fija su residencia en Talavera y en unión de su hermano funda la Adoración Nocturna.

También en su juventud organiza la Juventud Católica, de la cual fue el primer Presidente. Perteneció además a la Hermandad de Nuestra Señora del Prado, a la cofradía del Santo Sepulcro, Padres de Familia, Acción Católica, Presidente de la Junta Interparroquial de Culto y Clero y a las Conferencias de San Vicente. Toda su vida tuvo una preocupación constante: la educación de la juventud. Mucho hizo en favor de los jóvenes cuando como profesor de ellos tenía ocasión de inculcarles además de los libros de texto, los principios de la religión y de la moral. Por eso cuando la Juventud Católica tomó cuerpo en Talavera, se consagró a ella como uno de sus más decididos protectores. Profesor del Círculo de Estudios de la misma, les explicaba en sus clases con el acierto de su cultura y la autoridad de su conducta, aquello que les instruía, formando poco a poco el alma cristiana de los muchachos, y la recia valentía que habían de demostrar en los momentos de peligro a que muy pronto se vería expuesta la fe. No fueron inútiles sus esfuerzos, algunos como él católicos de pura cepa, valientes y firmes en sus ideales le precedieron en el martirio.

Don José casó con María del Pilar Fernández-Sanguino de cuyo matrimonio nacieron cinco hijos: Pilar, Alberto, José Carlos, Luis y Antonio. De profesión Procurador de Tribunales y de estado, abrió en Talavera un bufete de Procurador, en el que tuvo mucha estimación y celo. Sus trabajos como director de "El Castellano" en Talavera son bien conocidos por todos. Desde sus páginas, en la que trabajó diez años, en cada artículo y página prevenía lo que podría suceder si los enemigos de la fe se adueñasen de la situación, como así ocurrió. Cuando se dio la orden por la república de no verificar enterramientos católicos si no se había escrito antes este deseo, llevó a la práctica la creación de un fichero, que conservó en su domicilio, en el que constaba la voluntad del católico finado. Muchos miles se llegaron a reunir. Todos estos trabajos marchaban al mismo tiempo que los hechos en escritos, propagandas verbales, en Congresos, Conferencias, etc. Uno de los Congresos al que asistió fue al de Toledo el año 1935. Su entusiasmo no cabía en su pecho ¡pero qué hacer en favor del seminarista! Y entonces concibió la idea, que como todas las suyas, puso en práctica enseguida. En Talavera no sería difícil reunir 15.000 ptas. con los intereses de las mismas se podía costear a perpetuidad una beca Pro-Seminario. Empezó la obra pero no pudo verla acabada. Otros continuaron lo que él empezó.

Un boletín salesiano del 21 de septiembre de 1921 nos recuerda la presencia de los salesianos en nuestra Archidiócesis,concretamente en Talavera de la Reina. Y como cooperador salesiano fue don José el alma mater del Centro "Don Bosco". La señora Joaquina Santander ayudó a principios del siglo XX a la creación de un Colegio de los PP. Salesianos que acogía "a centenares de chiquillos de todas las clases sociales, atraídos por la dulzura, el sacrificio y el desinterés de los hijos de Don Bosco". Pero esto era poco todavía. Era necesario reunir, no sólo a los niños, sino a los que habiendo dejado de serlo, entraban en el taller, en las faenas del campo o en las aulas, para que el ambiente de la nueva vida, no agotase aquella flor de virtud que se había logrado obtener en sus corazones infantiles. Y en el boletín don José García-Verdugo da la noticia que los directores de la fundación crearon el Centro y "tiene ya más de doscientos socios esta pequeña entidad... de los 12 a los 15 años forman el grupo de aspirantes... y los Cooperadores salesianos que constituyen el grupo de socios protectores. Para que sirviera de acicate, se les ofrecieron recreos, juegos, billares, funciones de teatro (montones de ellas escritas por él mismo, en las que a la vez que les proporcionaba ratos de solaz les inculcaba los principios básicos de la Iglesia.), también funciones de cinematógrafo, un frontón para los aficionados al deporte vasco"... "Para instruirlos, durante los domingos del pasado invierno, se organizó un curso de conferencias de carácter social y cristiano, en las cuales, los distinguidos cooperadores de la obra trataron de interesantísimos temas"... En el terreno político, tuvo siempre una idea de fondo que fue la Tradicionalista, aunque en beneficio de Dios y de España sacrificara sus ideales. Durante la Dictadura de Primo de Rivera perteneció al Ayuntamiento de Talavera. En el Ayuntamiento republicano de Talavera siempre afirmó su calidad de Concejal católico y monárquico. Esto unido a la campaña que hizo en contra de todo lo que fuese persecución a la religión o a España y su voto de oposición a la moción de expulsión de los jesuitas, Comunidades religiosas y el Cardenal Segura, fue la sentencia de muerte que él mismo se firmaba. Desde entonces sabía que sus días estaban contados. "¡No podía acabar bien quien a boca llena se llamaba católico en una atmósfera enrarecida!"

No por eso dejó de proclamar su fe y cuando alguien le advirtiera el peligro que corría y le añadió: -"Prepárate a morir mártir" Él contestó: - "Bueno, si Dios lo quiere, bendito sea". - "Pero y, ¿tus hijos?". - "Dios se encargará de ellos".

Desde entonces redobló sus afanes. Era preciso luchar y él fiel a sus principios los defendió sin miedo. Entre todas sus cualidades tres brillan de una manera especial: valentía, tesón y sencillez. Nunca, nada ni nadie, le asustó y por esa razón ni en un solo momento dejó de hacer aquello que su conciencia le dictaba. El tesón y la constancia se reflejaban en todos sus afanes. Él veía lo poco que conseguía en su empresa; los trabajos de su voz y de su pluma caían en el vacío y eran poquísimos los que se hacían eco de sus advertencias y doctrinas pero él siempre atribuía el fracaso a falta de celo por parte de él y redoblaba sus afanes para ver la manera de conseguir más fruto. También la sencillez fue una de sus cualidades más hermosas y de la que no podían sustraerle por más que se le impulsase a brillar. Organizó muchas cosas en Talavera pero no consistió nunca que se supiera era obra suya. Él lo formaba y daba vida y dejaba los cargos a los demás. "Yo trabajo para Dios - decía - no para el mundo".

En lo más florido de su vida alcanzó la palma del martirio. Dos veces le detuvieron en Talavera demostrando gran serenidad. Cuando marchó a Madrid, al despedirse de su familia, alguien le dijo: - "Ten valor y piensa en tu alma". A lo que él contestó: - "No temas por mi alma, estoy preparado y nada ni nadie me hará renegar de lo que llevo muy dentro". Después, silencio durante muchos meses, rumores de su muerte y, más tarde, su confirmación con detalles de ella. Un día de octubre del 1936 seis individuos fueron a buscarle. Fácilmente pudieron llevárselo. Esta vez con la seguridad de que era la definitiva. Él les habló: - "¿Por qué me buscáis? Siempre hice todo lo que pude en favor de los obreros, puesto que como hermanos míos que sois os he tratado". Uno, más comprensivo, contestó: - "Es verdad, no nos ha hecho ningún mal". - "Pero eres un beato", dijo un segundo. A lo que nuestro mártir contestó: - "Eso sí, 'beato', como vosotros me llamáis soy, lo he sido y seguiré siéndolo durante toda mi vida". - "Pues va a ser por poco tiempo porque ahora vas a morir". - "Pues ya sabéis que muero por Dios".

Poco después una criminal descarga era la respuesta a aquella profesión de fe, quedando su cuerpo abandonado en la Ciudad Universitaria de Madrid, como el de tantos otros, mientras su alma subió al Cielo a gozar de Dios, reuniéndose con aquellos otros que le habían precedido en el martirio. Era el 20 de octubre de 1936. Según se supo, por las declaraciones obtenidas de los imputados por dicha muerte, don José se dirigió al que se suponía le iba a matar y le pidió que no se le disparase a la cara sino directamente al corazón. Luego los milicianos extrañados lo comentaron:

-"Vaya un jabato el tío, ni protestó ni molesto, lo más raro es que nos dijo: - Por favor, no me tiréis a la cara, tirarme al corazón. Y plis, plas, se quedó pajarito en el corazón, como lo pidió, pero no le quedó entera su preciosa cara, le echamos una piedra encima y aquí paz y después gloria". Seguro que el Siervo de Dios hizo esta petición por si alguien le reconocía para darle cristiana sepultura... pero los asesinos que se ensañaron con el cadáver le desfiguraron su rostro destrozándolo con una piedra.