Palacios López, Hermano Félix


HERMANO FÉLIX PALACIOS LÓPEZ

Comunidad de Toledo de la Compañía de Jesús
Nació en Agudo (Ciudad Real) el 11 de abril de 1877. Entró en la Compañía el 19 de abril de 1902. Hizo la incorporación en Murcia el 15 de agosto de 1912. Ejercitó muchos años el oficio de sacristán en las casas de Granada, Profesa de Madrid, Murcia y Toledo. Ciertamente el Hno. Palacios no era un religioso vulgar: se notó siempre en él una verdadera vida interior con muchas prácticas de oración y devoción, gran vencimiento y domino de sí mismo, esmeradísima y abnegada aplicación en el cumplimiento de su oficio y una humildad y caridad como de ejemplar Hermano Coadjutor de la Compañía.

El martirio. Cinco jesuitas (tres padres y dos hermanos coadjutores) eran los que formaban la “comunidad clandestina” de la Ciudad Imperial de la Provincia de Toledo. Clandestina, puesto que el Gobierno de la República había disuelto la Compañía de Jesús. Desde que fue disuelta la Compañía la Comunidad residía desde el invierno de 1934 en el número 8 de la Calle Sillería propiedad de la Señorita Pilar García Ramírez. Después que entraron las milicias comunistas de Madrid del General Riquelme, en la tarde del 22 de julio de 1936, los jesuitas sufrieron un registro. Un miliciano, pistola en mano, subió a un piso del número 8 de la calle Sillería, jurando, entre blasfemias, que desde allí se había hecho fuego contra ellos. Se registró todo inútilmente. Vivían allí los cinco jesuitas. Poco después del registro los Padres Gómez y Márquez se separaron para buscar mejor refugio. En un cuartito que daba al patio, instalaron su capilla. Sobre la mesa que hacía de altar, había dos velas encendidas, y, en medio de ellas, un cajoncito de madera. Allí estaba Jesús, y, delante de Jesús, los tres ancianos. Los tres jesuitas sabían que los milicianos no tardarían en regresar, y esperaron, cara a cara a la muerte, serenos, en oración. Como escribió el Hermano Agustín: “no hay más que elevar los ojos al cielo y confiar en Cristo Jesús”. En la mañana del 27 de julio seis milicianos se presentaron en la casa. El Padre Juste fue sacado y sostenido de un brazo a causa de su debilidad, tenía 73 años de edad y 55 de vida religiosa. Ciencia y prudencia, celo y caridad ardentísima, humildad y religiosidad ejemplares se concretaban en este anciano. Iba rezando el rosario, que llevaba a la vista de una de sus manos y recibiendo empellones y malos tratos, recorrió la larga y penosa calle de la Amargura, que media desde la Sillería hasta San Juan de los Reyes, delante de cuya fachada fue muerto a tiros.

Fusilado el P. Martín Juste, los milicianos volvieron inmediatamente por los dos Hermanos Coadjutores que habían quedado en la casa. Creyeron que también estos eran sacerdotes. El Hermano Agustín Díaz, tenía 67 años y acababa de cumplir los 50 años de vida religiosa. Fue fusilado con el Hermano Félix Palacios, de 59 años, lleno de méritos; el que tan de cerca había servido a Jesús Sacramentado en la tierra, pasó a contemplar su hermosura en el cielo. Fueron asesinados en el recodo de la Cuesta del Águila, detrás del Hotel Castilla de la ciudad de Toledo. Más de veinte disparos simultáneos acabaron con sus vidas. Era el mediodía. Los dos mártires murieron a pleno sol. A la vista quedaron las medallas y escapularios que llevaban pendientes del cuello. Los cuerpos de los tres mártires jesuitas reposan en la iglesia de San Ildefonso de la Compañía de Jesús.