Mallo Gutiérrez, Padre Plácido


PADRE PLÁCIDO MALLO GUTIÉRREZ

Comunidad de Talavera de la Reina de los PP. Agustinos
El P. Plácido nació en Lazado, pequeña localidad situada en las montañas de León y muy cercano a Murias de Paredes, el 10 de mayo de 1877. Fue bautizado en la parroquia de san Andrés Apóstol de la localidad de Senra de Omaña el 13 de mayo del mismo año. Fueron sus padres, Guillermo y Concepción, labradores y ganaderos en menor cuantía. Después de hacer sus primeros estudios en la escuela local pasó a estudiar latín en la Preceptoría de Vegarienza. Al cumplir los 16 años, ingresó en el Convento de los Agustinos de Valladolid. Toma el hábito en este lugar el ocho de septiembre de 1892 y emitió la primera profesión el 9 de septiembre de 1893. Pasó luego al monasterio de La Vid, provincia de Burgos, para estudiar teología, derecho y moral. En este lugar hizo la profesión solemne y recibió la ordenación sacerdotal el 16 de agosto de 1900. Antes de ir a su último destino, el P. Plácido había ejercido su ministerio sacerdotal, en los primeros años del s. XX en la misión de San León de Amazonas en lquitos, Perú, siendo pionero y celoso evangelizador en otros muchos lugares de aquella zona.

Tuvo que abandonar, por enfermedad, su tarea misionera, pero, una vez repuesto, volvió, con nuevo empeño, a su trabajo. En 1909 la enfermedad le obligó a regresar a España. Estuvo en las casas que la provincia religiosa tenía en Bilbao, Gijón, Cádiz, Ceuta, La Vid y finalmente en Talavera de la Reina. El P. Plácido Mallo, juntamente con su compañero P. Juan Montalvo, ejercía el cargo de capellán de las religiosas agustinas de clausura en Talavera de la Reina. Consta que ambos fueron sacados de la casa el 25 de julio de 1936. Nadie los volvió a ver en vida y no faltan testigos que aseguraron que fueron brutalmente maltratados y martirizados y más aun enterrados y malheridos y con vida. Sufrieron un gran martirio. Hay que tener en cuenta que a su edad y dado su estado de delicada salud, estos religiosos no pudieron ser enviados a otros destinos o finalidades como por ejemplo al frente de batalla. Las religiosas agustinas de Talavera de la Reina los recordaron y siguen recordando con devoción como verdaderos mártires.