Torres y Hernández, Tomás de
TOMÁS DE TORRES Y HERNÁNDEZ
"Ecónomo de Burujón"
Nació el 6 de marzo de 1905 en Burujón (Toledo), sus padres se llamaban Basiliso y Flora. Tomás era el quinto de seis hermanos. Tras realizar los estudios eclesiásticos en el Seminario Conciliar de San Ildefonso, recibió la ordenación sacerdotal de manos del Cardenal Pedro Segura, el 21 de septiembre de 1929. En el recordatorio de su primera misa, celebrada solemnemente el 15 de octubre en su parroquia natal de San Pedro Apóstol de Burujón (Toledo), se nos dice que actuó como orador sagrado el Capellán de Reyes, Siervo de Dios Juan Carrillo de Silos, y que uno de los padrinos eclesiásticos era el Siervo de Dios Pascual Martín de Mora, párroco de San Nicolás de Toledo, ambos en proceso como nuestro protagonista. Durante casi un año ejerció de familiar del recién consagrado Obispo auxiliar de Toledo, Monseñor Feliciano Rocha y Pizarro, que había sido preconizado obispo el 15 de noviembre de 1928 y consagrado en marzo de 1929. Tras la ordenación, don Tomás fue enviado a su primer destino: dos pueblos de Guadalajara, Torre del Burgo y Heras del Ayuso. Luego ejerció el ministerio en Fuentelaencina (Guadalajara). La familia conserva una fotografía del 11 de septiembre de 1932 con una dedicatoria: “Recuerdo cariñoso a mis queridos (madre y hermanos) de su inolvidable hijo y hermano respectivamente”.
Tres meses antes de estallar la guerra civil en Burujón (Toledo) estaba ejerciendo el ministerio uno de los pocos sacerdotes que lograran salvarse de la persecución religiosa, se trataba de don Román Beteta García, pero el 12 de mayo de 1936 tras recibir amenazas de muerte, fue expulsado por las autoridades marxistas. Entonces don Tomás que estaba destinado en Villamiel (Toledo) regresa a su pueblo natal. Cuando estalla el conflicto armado llevaba unos tres meses sustituyendo al párroco de su pueblo natal. Pero él también sufrió trabas y amenazas, al punto que la última vez que pudo celebrar misa en la iglesia, sólo para consagrar y llevar el Viático a un enfermo, fue el 8 de julio, antes de la guerra. Incluso hay testigos que recuerdan como en una ocasión un grupo de milicianos, venidos de Gerindote y Escalonilla, echaron a la gente de la iglesia y al Siervo de Dios le impidieron seguir celebrando la santa misa. Después de haber vivido junto a su madre estos tres meses, tras el 18 de julio se va de su casa para ocultarse en la de su tío Tomás Hernández del Toral. Como don Tomás había perdido a su padre durante el período del Seminario, su tío les había prohijado a él y a una de sus hermanas, María Andrea. Sorpresivo fue el momento en el que los anarquistas vinieron a detener a Sabina, esposa de su tío y a su hermana María Andrea, para conducirlas a declarar a Madrid. Según se sabe, tío y sobrino permanecieron en la casa hasta el 9 de septiembre, cuando deciden huir al campo para encontrarse con Francisco y Dámaso, hermanos del Siervo de Dios, que estaban escondidos, y así evitar ser detenidos. Pero a los pocos días, tras un chivatazo, tío y sobrino fueron apresados y encerrados en el Ayuntamiento. Tras solicitar la presencia de milicianos que venían huyendo de la zona de Torrijos, el 22 de septiembre, son fusilados a escasos metros de Burujón (Toledo). Don Tomás, sacerdote de Jesucristo, murió perdonando de viva voz a sus asesinos.
Tres meses antes de estallar la guerra civil en Burujón (Toledo) estaba ejerciendo el ministerio uno de los pocos sacerdotes que lograran salvarse de la persecución religiosa, se trataba de don Román Beteta García, pero el 12 de mayo de 1936 tras recibir amenazas de muerte, fue expulsado por las autoridades marxistas. Entonces don Tomás que estaba destinado en Villamiel (Toledo) regresa a su pueblo natal. Cuando estalla el conflicto armado llevaba unos tres meses sustituyendo al párroco de su pueblo natal. Pero él también sufrió trabas y amenazas, al punto que la última vez que pudo celebrar misa en la iglesia, sólo para consagrar y llevar el Viático a un enfermo, fue el 8 de julio, antes de la guerra. Incluso hay testigos que recuerdan como en una ocasión un grupo de milicianos, venidos de Gerindote y Escalonilla, echaron a la gente de la iglesia y al Siervo de Dios le impidieron seguir celebrando la santa misa. Después de haber vivido junto a su madre estos tres meses, tras el 18 de julio se va de su casa para ocultarse en la de su tío Tomás Hernández del Toral. Como don Tomás había perdido a su padre durante el período del Seminario, su tío les había prohijado a él y a una de sus hermanas, María Andrea. Sorpresivo fue el momento en el que los anarquistas vinieron a detener a Sabina, esposa de su tío y a su hermana María Andrea, para conducirlas a declarar a Madrid. Según se sabe, tío y sobrino permanecieron en la casa hasta el 9 de septiembre, cuando deciden huir al campo para encontrarse con Francisco y Dámaso, hermanos del Siervo de Dios, que estaban escondidos, y así evitar ser detenidos. Pero a los pocos días, tras un chivatazo, tío y sobrino fueron apresados y encerrados en el Ayuntamiento. Tras solicitar la presencia de milicianos que venían huyendo de la zona de Torrijos, el 22 de septiembre, son fusilados a escasos metros de Burujón (Toledo). Don Tomás, sacerdote de Jesucristo, murió perdonando de viva voz a sus asesinos.