Leblic Acevedo, Prudencio


PRUDENCIO LEBLIC ACEVEDO

Ecónomo de Madridejos y Arcipreste de La Mancha
Nació en San Martin de Pusa (Toledo) el 28 de abril de 1876 y bautizado en su iglesia parroquial. Fueron sus padres Antonio Leblic Iglesias, maestro y Petronila Acevedo nacida en una familia de labradores. Su infancia transcurrió en su pueblo natal y acompañó a sus padres en los distintos destinos que tuvieron. Ingresó en el seminario en 1891 y en 1898 se licenciaba en Teología y dos años más tarde era ordenado sacerdote y destinado a Los Navalmorales. Su primer destino como párroco titular fue en Alovera (Guadalajara), contaba con 27 años. Después pasó por las parroquias de San Pablo de los Montes, (1912) y Santa Ana de Pusa (1913). Pronto comenzó a emerger su vinculación y compromiso con los problemas sociales del mundo rural en especial con la situación del campesinado aplicándose en el desarrollo de la doctrina social de la Iglesia promovida en aquellos años por el cardenal Guisasola que contó con un grupo de sacerdotes y laicos decididos a estar presente en los movimientos sociales de su época. Así fueron potenciados los sindicatos católicos agrarios promoviendo campañas y acciones en favor de los trabajadores del campo. En Santa Ana de Pusa D. Prudencio fundó el primer sindicato católico agrario en 1916. Más tarde siendo párroco de Belvís de la Jara promovió con el médico D. Francisco López Paredes otro sindicato católico que dio inmejorables frutos para la economía, la formación y la realización del ideal cristiano en el mundo del trabajo.

En 1930 D. Prudencio era nombrado ecónomo de Madridejos y arcipreste de la Mancha. En esta parroquia con un ambiente muy radicalizado se entrega a organizar la vida pastoral, en especial la catequesis y los movimientos de apostolado distinguiéndose por su dedicación a los pobres, viudas y huérfanos. Según los testimonios de sus feligreses, siempre tuvieron en él un padre, y un amigo, cercano y querido por todos.

El 20 de julio de 1936 fue detenido arbitrariamente por milicianos frentepopulistas, sin mediar juicio, auto de prisión ni justificación alguna, salvo la de ser sacerdote. Compartió la prisión con otros detenidos, con buen ánimo y talante, reconfortándoles hasta el último momento. El 17 de agosto fue sacado de la prisión junto con otros once compañeros para ser fusilados en el paraje de La Matilla en Los Yébenes. En aquel lugar donde cayeron un centenar de personas entre sacerdotes, religiosos y laicos. D. Prudencio pidió a sus verdugos ser el último para dar la absolución a sus compañeros de martirio; murió bendiciendo y perdonando a sus asesinos. Fue enterrado en el cementerio de Los Yébenes y posteriormente sus restos fueron trasladados a la iglesia de Madridejos donde reposan.