Gómez Cediel, Mariano


MARIANO GÓMEZ CEDIEL

Párroco de Escalona de Alberche
El siervo de Dios Mariano Gómez Cediel, que había nacido en 1879 en Perales de Tajuña (Madrid), y que era el párroco de Escalona (Toledo). Allí vivía primero con doña Flora, que le atendía y que murió antes de estallar la guerra. Después vivió con él un sobrino que cuando comenzaron las complicaciones lo regresó con sus padres.

“La histórica villa de Escalona hace una brillantísima ostentación de su fe religiosa. El Eminentísimo Cardenal Primado entroniza el Sagrado Corazón en el Ayuntamiento”. Con estos titulares “El Castellano”, da la notica el 19 de abril de 1928, narrando la presencia del Cardenal Segura en Escalona: “Hace días preparaba la noble villa de Escalona el acto importantísimo de entronizar en la Casa del Ayuntamiento el Sagrado Corazón de Jesús…

Un redactor especial de “El Castellano” se desplazó a Escalona para narrarnos cómo se realizaban las visitas pastorales de los prelados… Un emisario anuncia la llegada del Prelado al próximo caserío de Villarta, e inmediatamente salieron en auto el párroco, el alcalde y algunos más a recibirle, llegando para ello hasta el mentando lugar de Villarta, cinco kilómetros… Unidos al Prelado continuaron en comitiva. Al llegar a la “casilla del Peón”, mucho antes del poblado, se había levantado el primer arco, vistosamente adornado con ricas telas, en honor del Cardenal Segura… A la entrada de la gran plaza había otro arco con esta inscripción: “Escalona a su Prelado”. A la salida de la misma, en otro, se leía: “Viva el eminentísimo Prelado” y ya cerca de la iglesia se ostentaba uno más: “Viva Cristo Rey”.

Al llegar al templo, el párroco don Mariano Gómez Cediel, vestido de pluvial, ofreció al egregio visitante el agua bendita… el cual se dirigió al altar mayor. El templo estaba profusamente iluminado. Luego de orar el Prelado ante el Santísimo, dirigió su autorizadísima palabra… para manifestar la complacencia que siente al presenciar tan importante acto de religiosidad… “Realmente tenéis derecho a la presencia del Prelado en este acto de entronización en vuestro Ayuntamiento del Corazón de Jesús, que será el primero de la brillante serie, el primer eslabón de oro de la hermosa cadena que con la ayuda de Dios dedicaremos al deífico corazón”. Terminadas las palabras del Cardenal Primado… se expuso a su Divina Majestad, se rezó la estación y se dio la bendición solemne, cantándose con ferviente entusiasmo el himno eucarístico. Y después de otra breve exhortación sobre los beneficios espirituales que reporta la consagración de los pueblos al Corazón de Jesús, el siervo de Dios Mariano Gómez, párroco de Escalona, le presenta la sagrada imagen que será entronizada en el Ayuntamiento para que el Prelado la bendiga.

Dos años y medio después, una vez más en “El Castellano”, esta vez con fecha del 16 de octubre de 1930, el cronista vuelve a explicarnos como son los trabajos espirituales desarrollados por el párroco de Escalona. El 12 de octubre, coincidiendo con la fiesta de Nuestra Señora del Pilar y el día de la Raza ha tenido lugar en las escuelas la entronización del Sagrado Corazón de Jesús. Las escuelas, de reciente y hermosa construcción, admiración de propios y extraños, se inauguraron hace aproximadamente un año y sólo faltaba el broche de oro de la entronización del Deífico Corazón, como ya lo está en la Casa Consistorial de esta católica villa, que puede, con justa razón, vanagloriarse, de haber sido la primera en que nuestro eminentísimo y reverendísimo doctor Segura nos honró con su presencia para entronizarlo el 18 de abril de 1928, o sea recién posesionado de la Diócesis…” El cronista sigue relatando como se han terminado de completar las cuatro clases de que consta el Grupo Escolar y de como se ha preparado todo para el día de la entronización. Después de miles de detalles con los que adorna su descripción, señala:

“Hecha la entronización en las respectivas clases… el señor cura párroco dirigió la palabra a todos los presentes, explicándoles la significación del acto realizado y exhortando a los niños que el Corazón de Jesús debía ser para ellos el único y verdadero maestro, el centro de sus miradas, el espejo de su conducta, la regla segura de sus adelantos y progresos, y ya que el Corazón de Jesús tenía a gala tener en las escuelas su trono, su corte y sus servidores, que ellos también tuvieran el santo orgullo de ser sus leales hijos, sus fervorosos devotos e incansables propagadores”. Tras dar la enhorabuena a los profesores, alumnos, autoridades y dándoles la bendición, “terminó con un viva al Sagrado Corazón que fue contestado con entusiasmo por todos los presentes”. Cuando aún no se han cumplido ni dos semanas del estallido de la Guerra Civil los dos sacerdotes destinados a la parroquia de San Miguel Arcángel de Escalona serán martirizados. Son aproximadamente las cinco de la tarde del 30 de julio de 1936. En la puerta del domicilio del Sr. Pinel, donde se encuentra refugiado don Teógenes Díaz-Corralejo, hay varios coches con frentepopulistas armados. Dentro de uno de los coches está el Sr. Cura párroco, que acaba de ser detenido en casa de la familia Rico. Desde el interior del vehículo don Mariano ve salir a su coadjutor, que se despide de aquellos que le han acogido, mientras de fondo, entre grandes sollozos, se escucha a la prima de don Teógenes exclamar: “Corazón agonizante de Jesús, tened misericordia de los agonizantes”. Al coadjutor le introducen en un coche distinto… pero al comprobar ambos que han sido detenidos ya se imaginan, de sobra, que los conducen hacia el lugar de su ejecución. Los coches toman el camino hacia Maqueda (Toledo).

Llegados a las inmediaciones de Maqueda, tras elegir el sitio, los dos sacerdotes caen fulminados por las balas asesinas. Mientras fusilan al Siervo de Dios Mariano Gómez Cediel y como viera don Teógenes que los milicianos le disparaban sin previo aviso en las piernas y por la espalda, les increpó con valentía: “¡Cobardes; así no se mata a un hombre; antes se le avisa!”. No hay más palabras, inmediatamente el cuerpo del segundo sacerdote cae inerte al suelo. En Maqueda recibieron sepultura los dos sacerdotes, hasta que, pasados algunos años, fueron exhumados y los restos de don Mariano Gómez fueron trasladados a su pueblo natural.