Eusebio Martín, César
CÉSAR EUSEBIO MARTÍN
Capellán de las Carmelitas de Oropesa
Nació en Navalcán (Toledo) el 8 de julio de 1906. Sus padres se llamaban Eleuterio y Eugenia. Realizados sus estudios eclesiásticos en el Seminario de Ávila, recibió la ordenación sacerdotal el 14 de junio de 1930. Al mes siguiente de su ordenación es nombrado coadjutor de Burgohondo (Ávila). Meses después, el 5 de diciembre, es nombrado cura ecónomo de Honcaladas. Desde el 13 de diciembre de 1932 empieza en la capellanía de las monjas Terciarias carmelitas del Hospital de Oropesa (actualmente esta congregación recibe el nombre Carmelitas Misioneras, fundadas por el Padre Palau, siguen trabajando en Oropesa). Esta fundación se realiza gracias a la gran devoción que el pueblo tiene a la Virgen del Carmen. Por una parte, Doña Teresa Sánchez, gran devota del Carmelo, y por otro lado las Señoritas Arnus Rayón, interesadas por esta fundación, tratan de formar centros de promoción: en Oropesa, Corchuela, y Ventas de San Julián. Las Señoritas Arnus viven en Barcelona y les es fácil comunicarse con la Casa Madre de las Carmelitas Misioneras y solicitar y obtener nuestra presencia en la zona. Llegan a Oropesa cuatro hermanas para formar la primera comunidad en 1930. Como el proyecto es ambicioso y las necesidades muchas, poco a poco van llegando más hermanas. Se trabaja en el Hospital, Colegio y Escuelita San Jorge (Corchuela). Y es en el Hospital de Oropesa donde se gesta y forma todo el plan parroquial. Pronto las gentes del pueblo y sus alrededores se dan cuenta del “bien hacer” de las hermanas. Siempre y en todo momento, hasta hoy, recibimos su afecto y agradecimiento. Junto a este nombramiento se le encarga de Corchuela.
Cuanto llegaron los momentos de persecución su madre declaró que “su hijo se pasaba aquellos días leyendo historias de mártires y rezando”. Enseguida fue detenido y conducido al Comité. Tras un ridículo interrogatorio sobre si era cura o no, ante su afirmación, le sentencian a muerte. Al salir un grupo de gente quiso lincharlo en la plaza. Le montan en un coche, con un piquete de milicianos, camino de Calzada de Oropesa (Toledo). A los pocos kilómetros le ordenan bajar y caminar, pero él les dice sereno: -Sé lo que me vais a hacer; que Dios os perdone, como yo os perdono.
Mas antes, según confesaron los mismos asesinos, le habían instado a gritar: ¡Viva el comunismo!, a lo que él siempre respondía valientemente: ¡Viva Cristo Rey! Era el 27 julio de 1936
Cuanto llegaron los momentos de persecución su madre declaró que “su hijo se pasaba aquellos días leyendo historias de mártires y rezando”. Enseguida fue detenido y conducido al Comité. Tras un ridículo interrogatorio sobre si era cura o no, ante su afirmación, le sentencian a muerte. Al salir un grupo de gente quiso lincharlo en la plaza. Le montan en un coche, con un piquete de milicianos, camino de Calzada de Oropesa (Toledo). A los pocos kilómetros le ordenan bajar y caminar, pero él les dice sereno: -Sé lo que me vais a hacer; que Dios os perdone, como yo os perdono.
Mas antes, según confesaron los mismos asesinos, le habían instado a gritar: ¡Viva el comunismo!, a lo que él siempre respondía valientemente: ¡Viva Cristo Rey! Era el 27 julio de 1936