Córdoba Aguirregabiria, José Augusto


JOSÉ AUGUSTO CÓRDOBA AGUIRREGABIRIA

Militar
Era natural de Madrid, y nació el día 4 de Enero de 1896, hijo de Eugenio Córdoba y Hernando y Carmen Aguirregabiria y Díaz de Berricano. Fue bautizado por el presbítero coadjutor D. Pedro Cervantes, en la iglesia parroquial de San Sebastián el día 16 del mismo mes y año, actuando de padrinos, José Botella y Montoya, de diez años, y Concepción Montoya. José Augusto fue educado sencilla y cristianamente. Siendo, todavía, muy joven quedó huérfano, y sus hermanos le pagaron la carrera militar. El día 10 julio de 1919, cuando ya había cumplido José-Augusto los 23 años, se reunió el Consejo de Familia, presidido por D. José Botella y Martínez, para declararlo mayor de edad, y dar por terminada la tutela que ejercía su hermano Gonzalo.

A los veintiséis años José, que estaba destinado en Melilla como Teniente de Intendencia, fue a Ávila para contraer matrimonio con Cipriana Trujillano Araoz, el día 21 de Octubre de 1922, en la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, asistiendo en nombre de la Iglesia el cura-párroco D. Miguel Pérez, y en presencia de D. Fernando Trigo, cura-castrense de la citada plaza. Era miembro de la Adoración Nocturna de la Parroquia de San Nicolás el Real de Guadalajara y a la Asociación de Padres de Familia. De este matrimonio nacieron ocho hijos, falleciendo uno a la edad de tres años, y, éstos son los nombres de los que le sobrevivieron: Carmen, José, Antonio, Ignacio, Teresa, Concepción y Sonsoles. El deseo de José era educarlos cristianamente, como lo dirá reiterativamente en las cartas que escribe poco ante de su muerte, e incluso tener un hijo sacerdote. José fue detenido en Julio de 1936 y procesado por un Tribunal Popular, siendo encarcelado en Guadalajara.

Según propia declaración en una de sus cartas, en el juicio que le hicieron, lo condenaban por tener profundas convicciones cristianas católicas. De las citadas cartas, se toman algunos párrafos conmovedores donde se ve su aceptación de la muerte y su profundo amor a Dios y a España, así como el ánimo que trasmite a su querida esposa e hijos, ante la cercana e inminente separación cuando apenas tiene cuarenta años, y una numerosa familia. La carta fechada el día 9 de noviembre de 1936 que dirige a su esposa, dice: “Mi queridísima Ciprita = Ya sabes como muero, por Dios y por España, así que tú mi mujercita a la yo tanto he querido ya sabes cual debe ser tu norma en esta vida, educar a los hijos muy cristianamente y muy a lo español... Dios sabe lo que nos conviene y cuando permite que muera así, es porque conviene para la salvación de mi alma, tú que eres buena y cristiana, a serlo mejor cada día, para unirnos en el cielo y ya estar juntos para toda la eternidad y ya no hay quien nos separe. Te repito que te quiero muchísimo y te pido perdón por los disgustos y faltas que haya tenido contigo y te vuelvo a repetir que te quiero muchísimo”. Encontrará fuerza y valor en sus devociones cristianas, pues sigue diciendo en la misma carta: “Un crucifijo y el Sagrado Corazón de Jesús, que llevo en el bolsillo del chaleco, así como el Detente, que llevo cosido en el chaleco y la estampa de la Milagrosa, que tenía encima de mi cama guárdalos, pues sobre todo el crucifijo y el Sagrado Corazón los he besado muchas veces”. Se acuerda también de la lista de las cantidades de la Adoración Nocturna de la parroquia de San Nicolás el Real, que tenía, para que se la entregue a D. Eulogio (Cascajero), o a otro sacerdote, voluntad que cumplió su esposa, como consta en recibo firmado por el Cura Párroco D. Saturnino Gutiérrez, que le entregó la 270 pesetas en Guadalajara el 19 de Noviembre de 1940.

Y termina esta carta, comentando que se siente mal, como para que no sufra tanto con su muerte, diciendo a su esposa: “Y tú, Ciprita, mucha conformidad con la voluntad de Dios, pues como te decía hoy yo no estoy bien de salud, los disgustos de estos 3 meses, me han producido un desequilibrio grande y creo que hasta tengo algo en la columna vertebral, algo de médula, pues siento una molestia algunas veces, en estas condiciones, hubiera a lo mejor vivido enfermo y originándote gastos, sin haber ingresos, de esta manera que muero la Patria, los compañeros te ayudarán económicamente y moralmente. Muchos besos para Carmencita, Pepe, Antonio, Tato, Teresa, Conchita, Sonsoles, y para ti muchos besos y muchos abrazos de tu maridito que mucho te ha querido y mucho te quiere”. Y firma: “Pepe”.

Como posdata dice: “Cuando se pueda decir misas, aplicar muchos sufragio por mi alma, misas gregorianas si puedes, sagradas comuniones, rosarios, etc.”. En otra posdata recuerda que está sin pagar a Barberá (el traje), y cuando pueda lo solucione. De su integridad y honradez se conoce por otro párrafo de la carta en que dice: “...En un sobre hay un dinero de gratificaciones de mando para devolverlas, las devolvéis al Estado, pues no me correspondían cobrarlas”.

Era Capitán de Intendencia en esa época, y dejaba al morir esposa y siete hijos; el mayor de doce años, y el menor de cinco meses. Avisaron a su esposa para que fuera a despedirse; llegó acompañada de sus hijos mayores, y al entrar en la celda, José estaba recibiendo los santos sacramentos de confesión y comunión, y llevaba puesto un crucifijo, un Corazón de Jesús y una medalla de la Virgen. Fue ejecutado al amanecer del día 20 de Noviembre de 1936, junto a la tapia del cementerio de Guadalajara, y de cara a sus ejecutores, con los brazos en cruz, siendo sus últimas palabras: “¡Viva Cristo Rey!”. Fue enterrado en el cementerio de la capital, como consta en el Registro Civil que expide el Acta de Defunción. Sus familiares, amigos y paisanos le conceden la fama de mártir por lo que piden su canonización.