Sánchez García, Basilio
BASILIO SÁNCHEZ GARCÍA
Párroco de Navalperal de Pinares
Natural de Madrigal de las Altas Torres (Ávila). Nació el 30 de mayo de 1876. Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de marzo de 1902. Don Basilio, párroco de Navalperal de Pinares (Ávila) desde noviembre de 1925, fue el primero de los sacerdotes abulenses martirizados en el verano de 1936. Sus feligreses le tenían por muy bueno, de gran celo apostólico y grandísima caridad.
Navalperal de Pinares, no muy lejos de Madrid, quedó convertido en fortaleza de los milicianos en las cercanías de Ávila. Ya antes del 18 de julio había grandes dificultades para desarrollar las diferentes actividades religiosas. Don Basilio, días antes, había recibido un anónimo en el que decían que iban a matarle. Fue Doña Augusta López Crespo, que atendía desde hacía 17 años al párroco, la que nos refiere todo lo sucedido en aquellos trágicos días. El 23 de julio de 1936, hacia las 5 de la tarde, se presentaron los milicianos en la casa parroquial. Don Basilio y la sirvienta se esconden para no ser encontrados. Ella aprovecha para confesarse con el párroco. Y se pusieron a rezar previendo el desenlace. Al grito de: Ahí están los pájaros, uno de los milicianos los encuentra. Acto seguido le quitan al párroco la sotana entre insultos y mofas. Él responde diciéndoles: Me matarán ustedes. Pero yo no he hecho mal a nadie. Bien, todo lo que he podido. Finalmente, le sacan fuera de la vivienda, y ya en la calle en la primera bocacalle es asesinado a tiros. El cadáver de don Basilio quedó provisionalmente tendido junto a la casa parroquial. Al día siguiente, 24 de julio, formando los milicianos dos filas junto a los restos mortales, hicieron pasar a todos los detenidos, con la orden de que fueran pisándolo. Después colocaron el cuerpo en el carro de la limpieza, burlándose y paseándolos por las calles del pueblo.
Navalperal de Pinares, no muy lejos de Madrid, quedó convertido en fortaleza de los milicianos en las cercanías de Ávila. Ya antes del 18 de julio había grandes dificultades para desarrollar las diferentes actividades religiosas. Don Basilio, días antes, había recibido un anónimo en el que decían que iban a matarle. Fue Doña Augusta López Crespo, que atendía desde hacía 17 años al párroco, la que nos refiere todo lo sucedido en aquellos trágicos días. El 23 de julio de 1936, hacia las 5 de la tarde, se presentaron los milicianos en la casa parroquial. Don Basilio y la sirvienta se esconden para no ser encontrados. Ella aprovecha para confesarse con el párroco. Y se pusieron a rezar previendo el desenlace. Al grito de: Ahí están los pájaros, uno de los milicianos los encuentra. Acto seguido le quitan al párroco la sotana entre insultos y mofas. Él responde diciéndoles: Me matarán ustedes. Pero yo no he hecho mal a nadie. Bien, todo lo que he podido. Finalmente, le sacan fuera de la vivienda, y ya en la calle en la primera bocacalle es asesinado a tiros. El cadáver de don Basilio quedó provisionalmente tendido junto a la casa parroquial. Al día siguiente, 24 de julio, formando los milicianos dos filas junto a los restos mortales, hicieron pasar a todos los detenidos, con la orden de que fueran pisándolo. Después colocaron el cuerpo en el carro de la limpieza, burlándose y paseándolos por las calles del pueblo.