González Navarro, Fidelio
FIDELIO GONZÁLEZ NAVARRO
Coadjutor de Arenas de San Pedro
Nació el 25 de noviembre de 1910 en San Esteban del Valle (Ávila). Fue ordenado el 22 de diciembre de 1934. Para los que iban a ser sus dos años escasos de ministerio fue nombrado coadjutor de Arenas de San Pedro (Ávila).
Aunque el ambiente tenso era bastante parecido en Arenas y en San Esteban del Valle, don Fidelio decidió trasladarse a su pueblo natal con su familia. A su madre la dirá: Madre, vengo huyendo. Pero, si Dios quiere el sacrificio de mi vida por la salvación de España, la ofrezco generosamente. El 26 de julio de 1936 aún vestía la sotana y se consideraba seguro entre los de su pueblo. El 1 de agosto, puesto que el párroco había huido, fue al templo parroquial para retirar el Santísimo. Durante unos días lo tuvo en su casa, pero decidió sumir las Sagradas Formas. Todo ese mes, tras agravarse la situación, decide no salir de la casa de sus padres refugiándose en el sótano. Los milicianos por su parte no quieren que por nada se les escape el joven sacerdote.
El 4 de septiembre, agobiado por el espacio físico, y confiándose que tras un mes sin dejarse ver el peligro había disminuido, decide subir a desayunar a la casa. Y, sin más, es descubierto por quienes vigilan la vivienda. Aunque huyó por los tejados, es finalmente detenido. Atado codo a codo, es conducido al comité. Serían las nueve de la mañana. Ahora no te escapas. ¿Qué te creías? ¿Qué no te íbamos a coger? Aunque te hubieras escondido debajo de la tierra. Hacen la pantomima del proceso judicial y le condenan. En la cárcel estaban presos su padre, Zacarías, su hermano y algunos otros vecinos de San Esteban del Valle.
Junto a la puerta del comité les espera una camioneta. Ya es la una y media de la tarde. Unos presos son conducidos hacia Mombeltrán (Ávila). Son cuatro, Don Fidelio exhorta a los otros tres: su padre, su hermano y otro vecino de San Esteban; los anima con la esperanza de cielo y los absuelve. Estos caen atravesados por las balas de los fusiles. El lugar del martirio se encuentra situado entre Mombeltrán y Cuevas del Valle, en el lugar conocido como La Chorrera de Ponta. Junto a la carretera quedaron insepultos los cuatro cadáveres.
Aunque el ambiente tenso era bastante parecido en Arenas y en San Esteban del Valle, don Fidelio decidió trasladarse a su pueblo natal con su familia. A su madre la dirá: Madre, vengo huyendo. Pero, si Dios quiere el sacrificio de mi vida por la salvación de España, la ofrezco generosamente. El 26 de julio de 1936 aún vestía la sotana y se consideraba seguro entre los de su pueblo. El 1 de agosto, puesto que el párroco había huido, fue al templo parroquial para retirar el Santísimo. Durante unos días lo tuvo en su casa, pero decidió sumir las Sagradas Formas. Todo ese mes, tras agravarse la situación, decide no salir de la casa de sus padres refugiándose en el sótano. Los milicianos por su parte no quieren que por nada se les escape el joven sacerdote.
El 4 de septiembre, agobiado por el espacio físico, y confiándose que tras un mes sin dejarse ver el peligro había disminuido, decide subir a desayunar a la casa. Y, sin más, es descubierto por quienes vigilan la vivienda. Aunque huyó por los tejados, es finalmente detenido. Atado codo a codo, es conducido al comité. Serían las nueve de la mañana. Ahora no te escapas. ¿Qué te creías? ¿Qué no te íbamos a coger? Aunque te hubieras escondido debajo de la tierra. Hacen la pantomima del proceso judicial y le condenan. En la cárcel estaban presos su padre, Zacarías, su hermano y algunos otros vecinos de San Esteban del Valle.
Junto a la puerta del comité les espera una camioneta. Ya es la una y media de la tarde. Unos presos son conducidos hacia Mombeltrán (Ávila). Son cuatro, Don Fidelio exhorta a los otros tres: su padre, su hermano y otro vecino de San Esteban; los anima con la esperanza de cielo y los absuelve. Estos caen atravesados por las balas de los fusiles. El lugar del martirio se encuentra situado entre Mombeltrán y Cuevas del Valle, en el lugar conocido como La Chorrera de Ponta. Junto a la carretera quedaron insepultos los cuatro cadáveres.