Sánchez Pérez, Feliciano


FELICIANO SÁNCHEZ PÉREZ

Párroco de Marchamalo, Guadalajara
Era natural de Romanones, provincia de Guadalajara, y nació el día 9 de Junio de 1889. Sus padres eran Estanislao Sánchez Martínez y Vicenta Pérez Martínez; de este matrimonio nacieron además, Enrique, Fidel y Maximiano. D. Eulogio Constantino era primo carnal y, también, morirá en la persecución religiosa. Feliciano fue bautizado el 11 de Junio de 1989 en la parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de Romanones por D. José Olalla, siendo su madrina, Sinforosa Pérez. Fue confirmado en Romanones el día 8 de Noviembre de 1891 por el Ilmo. Sr. D. Valeriano Menéndez Conde, Obispo Auxiliar de Toledo.

El Cardenal Aguirre le confirió el Sagrado Orden Sacerdotal, en Toledo, el día 11 de Febrero de 1913. En 1936 ejercía su ministerio sacerdotal como párroco de Marchamalo, provincia de Guadalajara. Ante la alarmante situación que se vivía en este pueblo como consecuencia del estallido de la Guerra Civil, el 19 de Julio consumió las Sagradas Especies Eucarísticas y decidió huir, escondiéndose en el Hotel Iberia de Guadalajara, donde encontró a D. Francisco Mariño Ortega, párroco de la parroquia de Santiago y arcipreste de Guadalajara. Al día siguiente, se les unieron los hermanos D. Julio María y D. Eulogio Cascajero Sánchez. El día 24 de Julio fue incendiada la Iglesia de Marchamalo.

Poco les duró el refugio, porque el 23 de Julio el hotel fue incautado por los milicianos, lo requisaron y lo ocuparon, de modo que los cuatro sacerdotes tuvieron que refugiarse en la casa rectoral de la parroquia de Santiago. Al día siguiente fueron las milicias de la F.A.I. a la iglesia para hacer un registro. Al pedirles la documentación, ninguno negó su condición de sacerdote. Tras un registro minucioso del despacho, la sacristía y la iglesia, quisieron llevárselos detenidos, pero al parecer, por insinuación de los Guardias de Asalto, también presentes, fueron disuadidos de ello, no obstante fueron advertidos de que no se movieran de allí. Pasaron varios días sin novedad. Los sacerdotes celebraban la Santa Misa cada día, rezaban el rosario y meditaban sobre la muerte. Varias personas los visitaron, aconsejándoles que huyeran.

El Domingo, 9 de Agosto de 1936, celebraron la Santa Misa por la mañana. Por la tarde, mientras rezaban el Oficio Divino sobre el martirio de San Lorenzo, seis milicianos se personaron, llevándose a D. Francisco. Aquel mismo día 9, los hermanos Cascajero abandonaron la casa parroquial, y, D. Feliciano lo hizo el día 10, ocultándose en un granero de la antigua casa de la Sección Agronómica, sita en la calle Teniente Figueroa. Fue descubierto el día 2 de Septiembre y detenido por los milicianos que lo trasladaron a un paraje conocido como “El Sotillo”, junto a Guadalajara, donde fue asesinado. Parece ser que su muerte estuvo precedida por tortura y ensañamiento. En el pueblo donde ejerció como párroco, y, en su pueblo natal, entre familiares y amigos, sigue muy vivo su recuerdo y su fama de mártir de Cristo, por lo que piden su canonización.