Ochaíta Batanero, Salvador
SALVADOR OCHAÍTA BATANERO
Arcipreste de Valdemoro (Madrid) y párroco de Ntra. Sra. de las Maravillas
Era natural de Trillo, provincia de Guadalajara, y nació el día 4 de Diciembre de 1879. Era hijo de Miguel Ochaíta y Juana Batanero. Ejerció su ministerio sacerdotal en Madrid, como arcipreste de Valdemoro, y, párroco en la parroquia de Ntra. Sra. de las Maravillas, sita en la plaza del dos de Mayo. Gran parte del verano la pasaba en Trillo con su familia. El estallido de la Guerra Civil le sorprendió en Trillo.
Cierto día, unos milicianos se allegan a él y le dicen: “Éste tiene cara de cura”. “Pues sí”- dijo alzando la voz - “soy sacerdote del Altísimo”. “¿Sabe lo que se ha buscado?” – contestaron - “pues que nos lo llevemos y le demos el paseo”. A lo que D. Salvador contestó: “Jesucristo también murió por mí”. Y se lo llevaron.
A pesar de sus amenazas, lo metieron en la cárcel de Guadalajara, donde estuvo recluido varios meses con otros muchos sacerdotes. Se sabe que estos sacerdotes se dedicaban a consolar a los demás presos, a levantar el ánimo de los desesperados y asistir a los condenados a muerte. El día 6 de Diciembre de 1936, por la tarde, la aviación nacional bombardeaba Guadalajara. Los milicianos, enfurecidos por este hecho, asaltaron la cárcel y fusilaron a todos los detenidos, comenzando por los sacerdotes. Su muerte esta inscrita en el Registro Civil de Guadalajara el día 20 de Abril de 1939. El día 13 de Octubre del mismo año fue inscrita en el Registro Civil de Trillo.
En la capital de Guadalajara, sigue muy vivo el recuerdo de esta trágica ejecución, y, por ello, el pueblo cristiano alcarreño, considerando mártires a todos los que fueron inmolados en estas circunstancias, pide su canonización.
Cierto día, unos milicianos se allegan a él y le dicen: “Éste tiene cara de cura”. “Pues sí”- dijo alzando la voz - “soy sacerdote del Altísimo”. “¿Sabe lo que se ha buscado?” – contestaron - “pues que nos lo llevemos y le demos el paseo”. A lo que D. Salvador contestó: “Jesucristo también murió por mí”. Y se lo llevaron.
A pesar de sus amenazas, lo metieron en la cárcel de Guadalajara, donde estuvo recluido varios meses con otros muchos sacerdotes. Se sabe que estos sacerdotes se dedicaban a consolar a los demás presos, a levantar el ánimo de los desesperados y asistir a los condenados a muerte. El día 6 de Diciembre de 1936, por la tarde, la aviación nacional bombardeaba Guadalajara. Los milicianos, enfurecidos por este hecho, asaltaron la cárcel y fusilaron a todos los detenidos, comenzando por los sacerdotes. Su muerte esta inscrita en el Registro Civil de Guadalajara el día 20 de Abril de 1939. El día 13 de Octubre del mismo año fue inscrita en el Registro Civil de Trillo.
En la capital de Guadalajara, sigue muy vivo el recuerdo de esta trágica ejecución, y, por ello, el pueblo cristiano alcarreño, considerando mártires a todos los que fueron inmolados en estas circunstancias, pide su canonización.