García Andrea, Florentino


FLORENTINO GARCÍA ANDREA

Primer consiliario de la Juventud Femenina de Acción Católica de Sigüenza
Nació en Mochales, provincia de Guadalajara, el 4 de Julio de 1876 y era hijo de Hermenegildo Gerónimo García y Victoria Andrea. Fue bautizado por D. Juan Francisco López el día 5 del mismo mes y año, en la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios de Mochales, siendo su padrino, su abuelo materno, Antonio Andrea. Cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario Conciliar de San Bartolomé de Sigüenza. Recibió el subdiaconado en las Témporas de la Santísima Trinidad, en el mes de Mayo de 1902; el diaconado, en las témporas de Santo Tomás, día 19 de Diciembre de 1902. El Sagrado Orden Sacerdotal le fue conferido en Sigüenza, el día 6 de Junio de 1903, Témporas de la Santísima Trinidad, por el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Toribio Minguella y Arnedo, Obispo de Sigüenza. D. Florentino se licenció en la Universidad Pontificia. Ejerció su ministerio pastoral en distintos pueblos del Obispado de Sigüenza y fue Canciller Secretario del Obispado y Canónigo de la Catedral, por oposición. Fue fundador de la Asociación de los Jueves Eucarísticos; inició la Alianza de Jesús por María en esta ciudad; era director diocesano del Apostolado de Oración; era abad de la Cofradía de la Santa Veracruz; y, también, primer consiliario de la Juventud Femenina de Acción Católica de Sigüenza.

El 25 de Julio de 1936 se hallaba expuesto el Santísimo Sacramento en la parroquia de San Pedro, para conmemorar uno de los aniversarios de la Asociación de los Jueves Eucarísticos en Sigüenza. Terminadas de rezar las horas canónicas de la mañana, D. Florentino, se dirigió a la parroquia de San Pedro para velar al Santísimo. Su hermana, que con él vivía, fue a avisarle para que se volviera a casa, porque los milicianos ocupaban toda la ciudad. Pero recibió esta contestación: “No me moveré de aquí. No dejaré solo al Santísimo. Si me han de coger, desearía que fuese aquí”. Y así sucedió. No había transcurrido mucho tiempo, cuando se oyeron pasos pocos reverentes. D. Florentino se dirigió a la sacristía y, poniéndose la estola para hacer la reserva del Santísimo, fue detenido por los milicianos, sin permitirle hacer la reserva del Santísimo. Se lo llevaron al Ayuntamiento. Después, de incautarle las llaves de la parroquia de San Pedro, lo dejaron en libertad.

Ese mismo día, por la tarde, salió D. Florentino vestido todavía con su traje talar, al Palacio Episcopal, y estuvo presente en la entrevista que el Obispo tuvo con los padres de los seminaristas. Después, regresó a su casa sin que nadie le molestara por el camino, permaneciendo oculto, hasta el día en que fue detenido. Ya le había manifestado, en días anteriores, a su hermana: “Cuando llamen los milicianos a la puerta, yo mismo les abriré, confesando mi carácter sacerdotal”.

Así lo hizo. Eran las doce de la mañana del día 10 de Agosto de 1936, cuando una partida de milicianos se presentaron en su domicilio y lo tuvieron detenido, hasta las once de la noche, en su propia casa, registrándola. Al amanecer del día siguiente, 11 de Agosto, fue llevado en automóvil por la carretera de Barbatona, provincia de Guadalajara, y en el paraje conocido como “La Hortaza”, en el término municipal de Sigüenza, fue fusilado. Fue enterrador en el cementerio de Sigüenza en el nicho perpetuo nº 32 de la galería “Virgen del Refugio”. Su defunción fue inscrita en el Registro Civil de Sigüenza, el día 16 de Noviembre de 1.937.

En esta ciudad, y, en su pueblo natal, entre familiares y amigos, sigue muy vivo su recuerdo y su fama de mártir de Cristo, por lo que piden su canonización.