Ruiz Serrano, Constantino

  

CONSTANTINO RUIZ SERRANO

Obrero
Nació en Osa de la Vega el día 12 de abril de 1887. Sus padres se llamaban Francisco Antonio y Juana. Casado con Segismunda Martina Pinedo Moyano, que tuvieron siete hijos de los que vivían cinco, llamados: Francisco Antonio, Isidoro, Manuel, Francisca y Constantino. La esposa murió el 4 de noviembre de 1930.

Hombre trabajador, honrado y leal, de una simpatía sin igual y de bondad insuperable, caritativo en grado sumo, de honradez intachable, piadoso, padre vigilante de sus hijos, procuraba darles educación e instrucción religiosa y, antes fue un buen esposo. En compañía de su esposa antes de morir, y de sus hijos, acudía a la iglesia a cumplir los deberes religiosos. Frecuentaba los sacramentos, cumplía el precepto dominical y acudía a la Santa Misa con mucha frecuencia. Como buen esposo quiso a su esposa, a la que dio, en todo momento, un trato muy bueno, proporcionándole, mientras vivió, de todo lo necesario para la crianza de los hijos y para cubrir las necesidades de todos los que tenían relación laboral o de amistad con la casa. A los que trabajaban en la casa, les aconsejaba que fueran buenos cristianos, dándoles facilidades para que cumpliesen con la iglesia y educación a sus hijos. No contentándose con pagar lo justo, ayudaba siempre a los que lo necesitaban. En su pueblo y en los del contorno, gozó siempre de buena fama, por su normalidad y lealtad, por su religiosidad, por el cumplimiento de los deberes para con los que con él trabajaban, por el pronto pago a los trabajadores, por la ayuda económica desinteresada que prestaba a aquél que se la pedía, por su conducta noble, afectuosa y respetuosa con todos.

Cuando comenzó la guerra y arreció la persecución religiosa, conociendo el peligro que corría su vida quedándose en el pueblo, se negó a huir dada la corta edad de sus hijos y el estado de orfandad en que se encontraban.

El 4 de octubre de 1936 fue detenido. Se encontraba en las afueras de pueblo con algunos de sus hijos que jugaban al fútbol, cuando fue abordado por algunos milicianos que le obligaron a subir a un coche. Pasó algún tiempo, detenido dentro del coche, en la antigua “plaza de toros”, hasta que los milicianos llegaron con D. José Froilán, que, a empujones y malos tratos, lo introdujeron en el mismo. Se les vio saludarse y hablar mutuamente, quizás dándose ánimos ante la muerte que presentían, pues, desde el primer momento, sabían que les matarían. El coche se puso en marcha, pasando ante el Ayuntamiento, donde simularon un breve juicio, para dar la sentencia de muerte, desconociendo los términos de la misma. Después de tenerlo encerrado, cerca de la medianoche del mismo día 4 lo sacaron para asesinarlo. Al salir de la Iglesia, dijo a los que los que le llevaban al lugar de la muerte: “¿Es éste el pago que me dais? No esperaba esto de vosotros”. Dada su personalidad religiosa y humana, el sufrimiento de D. Constantino debió ser muy grande, al ver aquel comportamiento de gente conocida y la situación de la iglesia convertida en cárcel, totalmente destrozada, (¡Cómo miraría la Capilla del Santo Rostro sin retablos y sin la imagen del Santo Rostro, el venerado Patrón!), y al encontrarse con algunos paisanos y amigos, allí encarcelados, ¿Cómo se despediría de ellos? Quizá con una mirada, si no pudo de palabra.

Murió asesinado, por ser un hombre bueno y por odio a la fe católica que profesaba y practicaba, en la madrugada del día 5 de octubre de 1936, desconociendo el lugar y las circunstancias del asesinato. Parece que lo mataron, en la carretera de Quintanar de la Orden, Toledo, después de darle grandes tormentos. Su cuerpo, pudo ser recogido y enterrado, según algunos rumores, en el cementerio del mismo Quintanar de la Orden, en fosa común, donde enterraban a los que iban matando. Su muerte es recordada en su pueblo y en la comarca de Belmonte y se le considera mártir de la Iglesia Católica.