Martínez González, Ovidio
OVIDIO MARTÍNEZ GONZÁLEZ
Párroco de Torrecilla
Don Ovidio, sacerdote, nació en Cuenca el día 1 de abril de 1906. Era hijo de Leandro Martínez Lerín y Petra González Gascueña. Tenía seis hermanos: Petra, Obdulio (que murió al poco de nacer), Obdulio, Aurelio, Adela y Elisa. Cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario de Cuenca. Recibió el Orden Sacerdotal el año 1927, siendo nombrado Ecónomo de Torrecilla y, pasados unos años, Párroco del mismo pueblo. Fue un sacerdote ejemplar, celoso de la gloria de Dios y de la salvación de las almas, muy caritativo y amante de los niños, desvelándose por enseñarles la doctrina cristiana y por hacerlos buenos, gozando siempre de fama de sacerdote virtuoso.
Al iniciarse la persecución religiosa española fue buscado para darle muerte. Con su hermano sacerdote D. Gerardo del Olmo, Cura Ecónomo de Balsalobre, se ocultó por el campo y los montes huyendo de sus perseguidores. Por fin fueron sorprendidos por los milicianos, que los apalearon y atormentaron con todos los actos de tortura. Como veían que la muerte les vendría pronto se confesaron mutuamente. Cuando los milicianos se dispusieron a matarlos, los dos juntos dijeron en alta voz: “¡Viva Cristo Rey...! ¡Damos nuestra vida por Cristo...!, ¡Viva Cristo Rey! ¡Os perdonamos!”. No pudieron hablar más porque cayeron acribillados por las balas, muriendo en el acto. Sus cadáveres fueron quemados al día siguiente.
Don Ovidio murió asesinado el día 22 de agosto de 1936 sólo por ser sacerdote y por odio a la fe de Cristo, a las ocho de la mañana, en el río Tajo, entre las provincias de Teruel y Cuenca, en el límite de Vega del Codorno (Cuenca) y Guadalaviar (Teruel). Siempre se le consideró mártir.
Al iniciarse la persecución religiosa española fue buscado para darle muerte. Con su hermano sacerdote D. Gerardo del Olmo, Cura Ecónomo de Balsalobre, se ocultó por el campo y los montes huyendo de sus perseguidores. Por fin fueron sorprendidos por los milicianos, que los apalearon y atormentaron con todos los actos de tortura. Como veían que la muerte les vendría pronto se confesaron mutuamente. Cuando los milicianos se dispusieron a matarlos, los dos juntos dijeron en alta voz: “¡Viva Cristo Rey...! ¡Damos nuestra vida por Cristo...!, ¡Viva Cristo Rey! ¡Os perdonamos!”. No pudieron hablar más porque cayeron acribillados por las balas, muriendo en el acto. Sus cadáveres fueron quemados al día siguiente.
Don Ovidio murió asesinado el día 22 de agosto de 1936 sólo por ser sacerdote y por odio a la fe de Cristo, a las ocho de la mañana, en el río Tajo, entre las provincias de Teruel y Cuenca, en el límite de Vega del Codorno (Cuenca) y Guadalaviar (Teruel). Siempre se le consideró mártir.