Laplana Torres, Manuel
MANUEL LAPLANA TORRES
Beneficiado de la Santa Iglesia Catedral de Cuenca
Nació el día 26 de abril de 1895, en Secastilla, Huesca. Este buen sacerdote llegó a Cuenca de la mano de su tío el Beato Cruz Laplana y Laguna, Obispo de Cuenca, al que acompañó y asistió con gran fidelidad como mayordomo. Pasados unos años de estancia en esta Diócesis, fue nombrado Beneficiado de la Santa Iglesia Catedral Basílica.
Iniciada la persecución religiosa, compartió los padecimientos y malos tratos que el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo padeció. Al ser recluido en el Seminario el Sr. Obispo, también D. Manuel lo fue. Allí se encontraba la noche del día 7 al 8 de agosto de 1936, cuando el Sr. Obispo fue sacado del Seminario para darle muerte. Don Fernando Español, su familiar, le acompañó hasta el martirio; pero D. Manuel no se enteró de lo que había pasado aquella noche. Por eso, “Por la mañana del día 8 se enteró mosén Manuel, el mayordomo del Señor Obispo de Cuenca, de que los milicianos se habían llevado, por la noche, al Prelado y a su familiar. Decía con mucho sentimiento: ¡Ay, cuánto siento no haberme apercibido yo de que se los llevaban y me hubiera ido con ellos!... Confío que no les habrá pasado nada malo”.
El día 10 de agosto recibió mosén Manuel la visita de dos milicianos, uno de los cuales decía que era de Barbastro y le conocía; por eso le prometió un salvoconducto y la salida del Seminario. En realidad sólo querían reconocerlo y saber dónde estaba para llevárselo por la noche. En la cena decía mosén Manuel: “Esta tarde he rezado el viacrucis con más fervor que nunca....Ya estoy preparado para todo” y dirigiéndose a las religiosas que habían hecho la cena, les dijo: “¿Qué quieren las cocineras para el Cielo?.... ¡Qué bien se estará en el Cielo! ¡Qué día tan hermoso es hoy para sufrir el martirio, la fiesta de San Lorenzo!”. Se dice que cuando lo sacaban del Seminario de Cuenca, a media noche del día 10 de agosto, preguntó a los milicianos: “¿Se puede saber dónde me llevan?”. Y otro sacerdote respondió: “Vamos a la muerte, vamos al martirio por Dios y por España”.
Al amanecer del día 11 de agosto, el cadáver del Beneficiado de la Catedral de Cuenca, don Manuel Laplana Torres, yacía exangüe, de un tiro en la cabeza, en el lado derecho del camino que va de la ciudad al cementerio. Después fue enterrado en el mismo cementerio. Lo mataron por ser sacerdote y por odio a la fe de Cristo.
Iniciada la persecución religiosa, compartió los padecimientos y malos tratos que el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo padeció. Al ser recluido en el Seminario el Sr. Obispo, también D. Manuel lo fue. Allí se encontraba la noche del día 7 al 8 de agosto de 1936, cuando el Sr. Obispo fue sacado del Seminario para darle muerte. Don Fernando Español, su familiar, le acompañó hasta el martirio; pero D. Manuel no se enteró de lo que había pasado aquella noche. Por eso, “Por la mañana del día 8 se enteró mosén Manuel, el mayordomo del Señor Obispo de Cuenca, de que los milicianos se habían llevado, por la noche, al Prelado y a su familiar. Decía con mucho sentimiento: ¡Ay, cuánto siento no haberme apercibido yo de que se los llevaban y me hubiera ido con ellos!... Confío que no les habrá pasado nada malo”.
El día 10 de agosto recibió mosén Manuel la visita de dos milicianos, uno de los cuales decía que era de Barbastro y le conocía; por eso le prometió un salvoconducto y la salida del Seminario. En realidad sólo querían reconocerlo y saber dónde estaba para llevárselo por la noche. En la cena decía mosén Manuel: “Esta tarde he rezado el viacrucis con más fervor que nunca....Ya estoy preparado para todo” y dirigiéndose a las religiosas que habían hecho la cena, les dijo: “¿Qué quieren las cocineras para el Cielo?.... ¡Qué bien se estará en el Cielo! ¡Qué día tan hermoso es hoy para sufrir el martirio, la fiesta de San Lorenzo!”. Se dice que cuando lo sacaban del Seminario de Cuenca, a media noche del día 10 de agosto, preguntó a los milicianos: “¿Se puede saber dónde me llevan?”. Y otro sacerdote respondió: “Vamos a la muerte, vamos al martirio por Dios y por España”.
Al amanecer del día 11 de agosto, el cadáver del Beneficiado de la Catedral de Cuenca, don Manuel Laplana Torres, yacía exangüe, de un tiro en la cabeza, en el lado derecho del camino que va de la ciudad al cementerio. Después fue enterrado en el mismo cementerio. Lo mataron por ser sacerdote y por odio a la fe de Cristo.