Mayor Macías, José María


JOSÉ MARÍA MAYOR MACÍAS

Coadjutor de Tomelloso
José María Mayor Macías nació en Navalpino (Ciudad Real) el día 13 de agosto de 1897 y es bautizado el día 15 del mismo mes en la parroquia de San Bartolomé Apóstol de su pueblo natal. Los padres, Alfonso y Teresa procedían de Zamora, después se trasladaron a Navalucillo (Toledo), Navalpino por razón de llevar el padre un negocio del “corcho”. Estando la familia en Navalpino por razones de trabajo, nació José María. Finalmente la familia se instala definitivamente en Ciudad Real y levantan una pequeña fábrica para tratar el corcho. José María ingresa en el seminario para cursar los estudios eclesiásticos. Fue el cuarto hijo de los siete frutos de la unión matrimonial de Alonso y Teresa: Isidoro, Mateo, Amadeo, José María, Cristeta, Ester y María Josefa. José María quedó huérfano a la edad de 16 años.

Cursa los estudios eclesiásticos en el Seminario de Ciudad Real y es ordenado de Presbítero el sábado de Témporas de Pentecostés, 21 de mayo de 1921 y, celebrada su primera Misa el 22 en el Seminario. Fue nombrado enseguida cura de Solana del Pino, El Hoyo y El Tamaral. Después fue enviado a la parroquia de Santiago de Ciudad Real, como coadjutor, pasando a Porzuna como párroco el 1925 y a Villamayor de Calatrava el 1927 de donde se le trasladó a Villarta de San Juan y en 1933 a Torralba de Calatrava.

El Miércoles Santo del 1935 se vio obligado a salir de Torralba de Calatrava, permaneciendo con su familia en Ciudad Real, hasta que en diciembre del mismo año fue nombrado coadjutor de Tomelloso. Detenido en Tomelloso y puesto en libertad, se confió y no quiso ocultarse. El 5 de septiembre es apresado de nuevo en Tomelloso y llevado a la cárcel donde permaneció tres días y un solo día en la “Checa” del Seminario de Ciudad Real de la que fue sacado y llevado a la aldea de Las Casas la noche del 8 de septiembre de 1936 y en unión de los Padres Jesuitas Manuel González, Domingo Ibarlucea Oregui y algunos seglares fueron asesinados. Los pusieron apilados y enterrados debajo de una cuneta junto al cementerio de dicha aldea, donde recibieron sepultura al día siguiente.

Finalizada la guerra civil, se procedió a la exhumación de los cuerpos. El último y primero en rescatar estaba D. José María: Las manos fuertemente amarradas e incrustados los hierros en la carne y encima tapados con cal viva. Por esto, al moverlo, cuando sacamos sus restos, se le desprendió la cabeza (pensé – dice- la testigo, se la habían cortado). Los restos mortales de don José María fueron exhumados del cementerio de Las Casas y con fecha de 8 de julio de mil novecientos treinta y nueve recibieron cristiana sepultura en el cementerio de Ciudad Real. Quienes conocieron de cerca a don José María testifican que más que por la penetración intelectual o la brillantez científica o la variada y copiosa erudición, don José María se distinguió por una voluntad recia y fuerte, a tono con su complexión física. Voluntad fuerte y recia, buena siempre y recta como de sacerdote celoso y si no siempre susceptible de adaptarse a las costumbres y a los gustos de los diferentes pueblos en los que ejerció el ministerio.